1 BLOQUE. METAFÍSICA. LA METAFÍSICA
METAFÍSICA
Etimología: Griego. Meta, más allá +
physika, física
"Metafísica" es una de las muchas palabras nobles que han sido abusadas.
"Metafísica" es una de las muchas palabras nobles que han sido abusadas.
Tradicionalmente
significa: "la ciencia del ser como ser", es decir de los primeros
principios del ser. También
se le llama Ontología, la filosofía del ser, de las primeras causas. Los
filósofos griegos antes de Cristo desarrollaron la metafísica. Ver:
La metafísica clásica es parte de la filosofía (no de la religión) y forma parte de los estudio para el sacerdocio antes de entrar en la teología.
La metafísica clásica es parte de la filosofía (no de la religión) y forma parte de los estudio para el sacerdocio antes de entrar en la teología.
LA METAFISICA COMO RELIGIÓN
Llaman también "Metafísica" a diversas creencias ya no filosóficas sino de corte pseudo-religioso y ocultista, que forman parte de la corriente de la Nueva Era. Suelen identificarse como asociaciones no religiosas, sin embargo entran en el campo de la religión y toman sus doctrinas de revelaciones misteriosas de sus maestros.
Uno de estos grupos dice: "Se dedica a impartir una enseñanza espiritual que mejora la calidad humana y ayuda a resolver, con éxito, las aparentes dificultades de la vida, a través de charlas, conferencias, eventos que son siempre gratuitos y por medio de la enseñanza contenida en los libros."
¿Que tipo de enseñanza? Si buscamos en el Internet a estos grupos "metafísicos" encontramos que operan en torno a la magia y el ocultismo. Se interesan por la alquimia (cambio de la naturaleza de los metales), la búsqueda de la "Piedra Filosofal", el "secreto de la eterna juventud", etc.
Tienen gran veneración por famosas personalidades del mundo ocultista. Uno de estos es "San Germain" (no canonizado por la Iglesia, claro está) y dicen que tenía una impresionante erudición en todos los campos del saber, capacidades sobrenaturales, como la de crear diamantes de la nada, tiene origen misterioso y juventud eterna. Dicen que regresó a la tierra con otro nombre, como "Maestro Ascendido". No es extraño que todo esto fascine a ciertas personas.
Esta falsa metafísica utiliza una peculiar terminología para ambientar su mitología: Leemos sobre el "Nombre Armónico", círculos de iniciados: "Altas Esferas", "Obra Luz", "nivel etérico", "Avatar de la Era de Acuario", "Poderes de Transmutación"....
Otro grupo de Metafísica es el llamado “Renovada Ray Sol", de Venezuela, dice de su fundador: "Como Avatar o Instructor de este planeta, le corresponde dictar la enseñanza que él crea más conveniente y lo hace desde los Altos Planos, porque no está encarnado".
Esta enseñanza es incompatible con la fe cristiana que profesa un solo Señor de quien viene toda autoridad. Toda autoridad terrena es delegada por Dios y está al servicio de Dios, Cristo Nuestro Señor. Es por eso que los verdaderos maestros espirituales no pueden sino predicar en el Nombre de Jesús la verdad que el mismo reveló. Nuestro Señor y Salvador Jesucristo, Dios encarnado, murió y resucitó y ha de venir con gloria para juzgar a vivos y muertos. Los falsos maestros enseñan otras doctrinas que no son de Cristo. Llámenles "Altos Seres de Luz" o "Maestros Ascendidos".
Jesús nos dice: "Yo he venido en
nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viene en su propio nombre, a ése
le recibiréis". -Juan 5,43.
El grupo arriba mencionado suplanta también al Espíritu Santo por un "rayo de amor y luz purísimo, penetra inadvertidamente en las conciencias para sacudir las viejas estructuras y despertar a los dormidos"
Como el gnosticismo de los primeros siglos de nuestra era, es una amenaza que suplanta a la verdadera fe cristiana, ofreciendo falsamente la luz, la verdad y la felicidad que solo Jesucristo puede dar. La caridad exige que estos engaños sean desenmascarados, que los cristianos vivamos plenamente nuestra fe y le permitamos a Dios actuar en nuestras vidas para ser testimonio de la verdad en una nueva y urgente evangelización.
Y esto, teniendo en cuenta el momento en que vivimos. Porque
es ya hora de levantaros del sueño; que la salvación está más
cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe.
La noche está avanzada. El día se avecina. Despojémonos, pues,
de las obras de las tinieblas y revistámonos de las armas de
la luz. -Romanos 13,11-12.
La palabra metafísica es formada del griego meta ta phusika, un título que, alrededor del año 70 d. C.., fue relacionado por Andrónico de Rodas con la colección de tratados aristotélicos que desde entonces lleva el nombre de "Metafísica". Aristóteles mismo se hubo referido a esa porción de la filosofía como "la ciencia teológica" (theologikê), debido a que culminaba con la consideración de la naturaleza de Dios, y como "filosofía primera" (prôtê philosophia), tanto porque ella considera las causas primeras de las cosas, y porque, a su parecer, es primera en importancia. El editor, sin embargo, desestimó ambos títulos, y, porque él creía que esa parte del corpus aristotélico seguía naturalmente a los tratados de física, la intitulo "más allá de la física".
El grupo arriba mencionado suplanta también al Espíritu Santo por un "rayo de amor y luz purísimo, penetra inadvertidamente en las conciencias para sacudir las viejas estructuras y despertar a los dormidos"
Como el gnosticismo de los primeros siglos de nuestra era, es una amenaza que suplanta a la verdadera fe cristiana, ofreciendo falsamente la luz, la verdad y la felicidad que solo Jesucristo puede dar. La caridad exige que estos engaños sean desenmascarados, que los cristianos vivamos plenamente nuestra fe y le permitamos a Dios actuar en nuestras vidas para ser testimonio de la verdad en una nueva y urgente evangelización.
Y esto, teniendo en cuenta el momento en que vivimos. Porque
es ya hora de levantaros del sueño; que la salvación está más
cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe.
La noche está avanzada. El día se avecina. Despojémonos, pues,
de las obras de las tinieblas y revistámonos de las armas de
la luz. -Romanos 13,11-12.
La palabra metafísica es formada del griego meta ta phusika, un título que, alrededor del año 70 d. C.., fue relacionado por Andrónico de Rodas con la colección de tratados aristotélicos que desde entonces lleva el nombre de "Metafísica". Aristóteles mismo se hubo referido a esa porción de la filosofía como "la ciencia teológica" (theologikê), debido a que culminaba con la consideración de la naturaleza de Dios, y como "filosofía primera" (prôtê philosophia), tanto porque ella considera las causas primeras de las cosas, y porque, a su parecer, es primera en importancia. El editor, sin embargo, desestimó ambos títulos, y, porque él creía que esa parte del corpus aristotélico seguía naturalmente a los tratados de física, la intitulo "más allá de la física".
Éste es el origen histórico del nombre.
Sin embargo, una vez dado el nombre, los comentadores buscaron encontrar
razones intrínsecas para su pertinencia. Por ende, se entendió significar
"la ciencia del mundo más allá de la naturaleza", esto es, la ciencia
de lo inmaterial.
De nuevo, se entendió que se refería al
orden cronológico o pedagógico entre nuestros estudios filosóficos, de modo que
“las ciencias metafísicas significaran, aquellas que estudiamos después de
haber dominado las ciencias que tratan con el mundo físico”.
El término metafísica, como se usa por una escuela de
filósofos, se estrecha para significar la ciencia de los fenómenos mentales y
de las leyes del pensamiento.
En este sentido es
empleado, por ejemplo, por Hamilton ("Lectures on Metaph.", Lect.
VII) como sinónimo de psicología. Hamilton sostiene que la psicología empírica,
o fenomenología de la mente, trata de los hechos de conciencia; la psicología
racional, o nomología de la mente, trata de las leyes de los fenómenos
mentales; y la metafísica, o psicología inferencial, trata de los resultados
derivados del estudio de los hechos y las leyes de la mente.
Tomando un panorama y
método más amplio de metafísica, los seguidores de Aristóteles y muchos otros
quienes no reconocen a Aristóteles como un líder en la filosofía definen la
ciencia en términos de toda la realidad, tanto subjetiva como objetiva. Aquí se
ofrecen cinco formas de definir la Metafisica.
(1) METAFÍSICA ES LA
CIENCIA DEL ENTE COMO ENTE
Ésta es la definición de
Aristóteles (peri tou ontos ê on) – (Met., VI, 1026 a, 31). En esta definición metafísica está
colocada en el género “ciencia”. Como ciencia tiene, en común con otras ciencias, esta
característica de buscar el conocimiento de las cosas en sus causas. Lo que es peculiar en la
metafísica es la diferencia “del ser en cuanto ser”. En esta frase están
combinados de una vez el objeto material y el objeto formal de la metafísica.
El objeto material es ser, el completo mundo de la realidad, ya sea objetivo o
subjetivo, posible o actual, abstracto o concreto, inmaterial o material,
finito o infinito.
Todo lo que existe entra
dentro de la visión del preguntar metafísico. Otras ciencias están restringidas
a uno o varios departamentos de ser: la física tiene su limitado campo de
investigación, las matemáticas están concertadas sólo con aquellas cosas que
tienen cantidad. La metafísica no conoce tales restricciones. Su dominio es
toda la realidad. Por ende, el alma humana y Dios, puesto que no tienen ni
color ni peso, ni propiedades térmicas o eléctricas, no caen dentro de la
visión del físico; porque están exentas de cantidad, no entran dentro del campo
de investigación del matemático. Pero, puesto que son seres, sí entran en el
dominio de la investigación metafísica. El objeto material de la metafísica es, luego, todo
ser. Como dice Aristóteles (Met., IV, 1004 a, 34): “Es la función del filósofo
el poder investigar todas las cosas.”.
Su objeto formal también
es “ser”, o “ser-idad” (lo que hace que las cosas sean, ‘beingness’ en el
original. El objeto formal de cualquier
ciencia es aquella particular fase, cualidad, o aspecto de las cosas que
interesa a esa ciencia de un modo específico. Hombre, por ejemplo, es el objeto
material de la psicología, la ética, la sociología, antropología, filología, y
varias ciencias más. El objeto formal, sin embargo, de cada una de éstas es
diferente. El objeto formal de la psicología son los fenómenos mentales y sus
sujetos; el objeto formal de la ética es la relación del hombre con su destino
último; aquella de la sociología es la relación del hombre con sus
colegas-hombres dentro de instituciones, leyes, costumbres, etc.; aquella de la
filología es el uso del hombre del discurso articulado. El objeto formal del
grupo de la física en general son las llamadas propiedades físicas de los
cuerpos, como lo son luz, sonido, calor, constitución molecular, en general,
etc. El objeto formal del grupo matemático es la cantidad; lo que interesa a
los matemáticos no es el color, el calor, etc. de un objeto, sino su tamaño o
volumen.
De manera similar el
metafísico está interesado de un modo específico, no en las cualidades físicas
o matemáticas de los objetos, sino en su entidad o existencia. Si, luego, la
física es la ciencia del ser como afectado por las propiedades físicas, y las
matemáticas es la ciencia del ser como poseedor de cantidad, la metafísica es
la ciencia del ser en cuanto ser. Puesto que el objeto material de la
metafísica es todo ser, el metafísico está interesado en todo lo que es o puede
ser. Puesto que el objeto
formal de su estudio es, de nuevo, el ser, el punto de vista de la metafísica
es diferente del de otras ciencias. El metafísico estudia toda la realidad; de
cualquier modo, la ciencia resultante no es la suma de las ciencias
departamentales que tratan con porciones de la realidad, porque su punto de
vista es diferente de aquel del estudiante de las ciencias departamentales.
(2) LA METAFÍSICA ES LA CIENCIA DEL ENTE INMATERIAL
“La ciencia primera”,
dice Aristóteles, “trata con cosas que están tanto separadas (de la materia) e
inmóviles.” En esta conexión los escolásticos distinguían dos clases de
inmaterial: inmaterial quoad esse, o seres inmateriales, tales como Dios o el
alma humana, los cuales existen sin materia; inmaterial quoad conceptum, o conceptos,
tales como substancia, causa, cualidad, en la comprensión en la que la materia
no tiene lugar. La
metafísica, en tanto que trata de los seres inmateriales, es llamada metafísica
especial y está dividida en psicología racional, la cual trata del alma humana,
teología racional, que trata de la existencia y atributos de Dios, y
cosmología, que trata de los ulteriores principios del universo. La
metafísica en tanto que trata con los conceptos inmateriales, de aquellas
nociones generales entre los cuales la material no está incluida, es llamada
metafísica general, u ontología, esto es, la ciencia del ente. Tomando ahora el
término en su sentido más amplio, de modo que incluya la metafísica general y
especial, cuando decimos que la metafísica es la ciencia del inmaterial,
queremos decir que lo que sea que exista ya sea un ser inmaterial o un ser
material mientras que nos ofrezcan conceptos inmateriales, tales como
substancia o causa, es el objeto de investigación metafísica. De este modo, se
hace evidente que está definición coincide con lo dado en el párrafo
precedente.
(3) LA METAFÍSICA ES LA CIENCIA DE LAS
CONCEPCIONES MÁS ABSTRACTAS
Toda ciencia, de acuerdo
con los escolásticos, trata con lo abstracto. El conocimiento de los objetos
concretos individuales de nuestra experiencia, con sus siempre cambiantes
cualidades y las particulares características individualizadoras que las hace un
individuo (por ejemplo, el conocimiento de este árbol, de aquella flor, de este
animal y persona particular) puede ser conocimiento muy útil, pero no es
científico. El conocimiento científico empieza, cuando abstraemos de lo que
hace que la cosa sea individual, cuando la conocemos en los principios
generales que la constituyen. El primer grado de abstracción está en las ciencias físicas que
abstraen meramente de las características que particularizan e individualizan,
y considera las leyes generales, o principios, del movimiento, luz, calor,
cambio substancial, etc. Las ciencias matemáticas ascienden más en la escala de
abstracción.
Ellas dejan fuera de consideración no sólo las
cualidades que individualizan sino también las cualidades físicas de las cosas,
y consideran sólo la cantidad y sus leyes. Las ciencias metafísicas alcanzan el
punto más alto de abstracción. Ellas prescinden, o abstraen, no sólo de
aquellas cualidades de los físicos, sino también dejan fuera de consideración
la determinación de la cantidad. Sólo consideran Ser y sus más altas
determinaciones, tales como substancia, causa, cualidad, acción, etc. “Hay una
ciencia”, dice Aristóteles, “la cual investiga el ser en cuanto ser, y los
atributos que pertenecen a esta virtud de su propia naturaleza.”
Luego la objeción de que
la metafísica es una ciencia abstracta militaría, en estimación de los
escolásticos, no sólo en contra de la metafísica sino también de las otras
ciencias. La peculiaridad
de la metafísica no es que sea abstracta, sino que lleva el objeto de
abstracción más allá de lo que lo hacen las otras ciencias. Esto, sin
embargo, no la hace ser irreal. Al contrario, lo que es dejado fuera de
consideración en la metafísica propiamente las cualidades que individualiza, el
movimiento físico y la cantidad específica, deriva cualquier realidad tengan
como concepciones del concepto, Ser, que es el objeto de la metafísica. La
metafísica, de hecho, es la más real de todas las ciencias precisamente porque
abstrayendo de todo lo demás, ha centrado, por decir, su pensamiento en el Ser,
que es la fuente y raíz de realidad en todo otro lugar de las otras ciencias.
(4)LA METAFÍSICA ES LA CIENCIA DE LAS CONCEPCIONES MÁS UNIVERSALES
Esto se seguiría de la consideración ofrecida en el
parágrafo precedente porque, por una bien conocida ley de la lógica, a menor
comprensión mayor extensión de un término o concepto. La ciencia que trata con
las ideas más abstractas debe, luego, ser la ciencia de las concepciones más
universales. Entre nuestras ideas
las más universales deben ser el ser, y las determinaciones de él que son
llamadas trascendentales, dígase la unidad, verdad, bondad, y belleza, cada
cual es co-extensiva de ser eso mismo, de acuerdo con las fórmulas, “Cada ser
es uno”, “Cada ser es verdadero”, etc.
En seguida sigue en
universalidad las más altas determinaciones del ser en los géneros supremos,
substancia y accidente, o, si el ser es analizado en el orden de su
constitución metafísica, esencia y existencia, potencia y actualidad. Muy arriba
en la escala de la extensión estarán causa y efecto. Todas estas están incluidas en el rango del
preguntar metafísico, y son enfrentadas en todo manual escolástico de
metafísica. ”Ser en sus más altas determinaciones” es, entonces, otro modo de
describir el objeto de la metafísica.
¿Dónde, sin embargo, debemos poner un límite? ¿Qué
determinaciones no son las más altas? Por ejemplo, ¿son el espacio y el tiempo
determinaciones del ser, que son lo suficientemente generales para ser
consideradas en la metafísica?
La respuesta a estas
preguntas debe ser decidida acorde con las exigencias de la conveniencia
práctica. Muchos de los problemas incluidos en la metafísica general pueden ser
convenientemente tratados en partes especiales, tales como la cosmología y la
psicología.
(5) LA METAFÍSICA ES LA CIENCIA DE LOS PRINCIPIOS PRIMEROS
Esta definición también
es dada por Aristóteles. Toda ciencia es un preguntar hacia las causas y los
principios de las cosas; esta ciencia pregunta hacia los primeros principios y las
causas más altas, no sólo en el orden de la existencia, sino también en el
orden del pensamiento. Pertenece, entonces, a la metafísica el preguntar hacia
la naturaleza de causa y principio en general y determinar el significado de
los diferentes tipos de causalidad, formal, material, eficiente y final; investigar
los primeros principios en el orden del conocimiento, y establecer la validez,
por ejemplo, de los principios de identidad y contradicción. Todas estas
definiciones son expresiones de la doctrina aristotélica de la metafísica, como
la física y la matemática, es una ciencia de la realidad, estando más allá de
la visión de la metafísica si es que la realidad es, o no, dada por la
experiencia. Esta pregunta, que es fundamentalmente importante en la filosofía
moderna, era discutida por los escolásticos en esa porción de la lógica a la
cual llamaban lógica crítica, mayor, o aplicada, pero que ahora se llama
epistemología (véase LOGICA).
Hoy en día sin embargo, el problema epistemológico,
por un fatal error de método, es asignado a la metafísica, y el resultado es la
confusión entre dos ramas de la filosofía, en efecto, la metafísica y la
epistemología
EL RECHAZO DE LA
METAFÍSICA
El rechazo a la metafísica por muchas escuelas de filosofía en los tiempos
modernos es uno de los más notables desarrollos de la filosofía
post-cartesiana. Una diferencia en el punto de vista resulta en una gran
divergencia en la estimación basada en los estudios metafísicos. Por un lado
tenemos el veredicto de que la metafísica no es sino “resplandor
trascendental”, por el otro, la opinión de que es “sentido común organizado”, o
“un esfuerzo inusualmente obstinado de pensar atinadamente”.
El materialismo,
naturalmente, objeta declarar la metafísica como una ciencia de lo inmaterial.
Si nada existe excepto la materia, una ciencia de lo inmaterial no tiene
justificación. Los materialistas, sin embargo, olvidan que la aseveración “Nada
existe excepto la materia”, es o la sumatoria de la experiencia individual del
materialista mismo, significando que nunca ha experimentado él nada a excepción
de la materia y sus manifestaciones, y luego la aseveración es solo de interés
biográfico; o es una afirmación concerniendo posible experiencia humana, una
declaración de la imposibilidad de existencia inmaterial, y en ese sentido es
una declaración que en ella misma tiene una traza metafísica.
El materialismo es, de
hecho, una teoría metafísica de la realidad y es una contribución a la ciencia
que profesa rechazar. El gnosticismo filosófico, que se deriva ultimadamente de
la doctrina de Kant de lo inconocible de la realidad nouménica, rechaza la
metafísica sobre la base de que mientras que lo inmaterial, en efecto, existe,
de cualquier modo es desconocido y debe permanecer inconocible para la razón
especulativa.
Kant sostenía que todo razonar metafísico, puesto que
intenta mediante la razón especulativa ir más allá de la experiencia, está
condenado a fracasar, porque las formas a priori que el entendimiento impone
sobre los datos empíricos del conocimiento modifican la calidad de ese
conocimiento haciéndolo ser trascendental, pero no lo extienden más allá del
dominio del sentido experimental actual. Los seguidores de Kant estigmatizan
como formalismo intelectual la visión de que la razón especulativa de facto
ataña conocimiento ultra-empírico. Ésta es la contención de los modernos y
otros escritores católicos que están más o menos influenciados por Kant. Estos
desestiman la metafísica racional y ofrecen como substituto una metafísica
basada en sentimientos, actividad vital, o algún otro fundamento no racional.
La respuesta a esta
línea del pensamiento es una negación de su principio fundamental, la doctrina
de que la facultad racional no puede adquirir un conocimiento de la naturaleza
esencial o nouménica de las cosas. La declaración gratuita es de continuo mejor
refutada por negación categórica. El rechazo de la metafísica desde el materialismo y el agnosticismo
kantiano no encuentra la aprobación completa del idealismo. En vez de aniquilar
la metafísica de la república de las ciencias, el idealista, habiéndola privado
de su carácter científico, la eleva al rango de preeminencia estética codo a
codo con la poesía. Considera que ella adorna un punto de vista desde el cuál
contemplar la belleza, armonía, y el valor de aquellas cosas que las ciencias
meramente explican. Considera que no es la provincia de la metafísica asignar
razones o causas, sino adornar motivos para la acción y habilitar el valor de
la realidad. Para él, su animosa y regeneradora función es enteramente
independiente de su alegada habilidad para explicar: Considera a la metafísica,
no como una ontología, o ciencia de la realidad, sino como una teleología, o
aplicación del principió de propósito. Que ésta es una función de la metafísica
nadie lo negará. Es sólo una función, sin embargo, y a menos que la doctrina de
las causas finales tenga su fundamento en una doctrina de causas formal y
eficiente, la metafísica teleológica es un castillo en el aire. Finalmente, el
positivista, y el científico, a quien el positivista ha influenciado, rechazan
la metafísica porque todo nuestro conocimiento está confinado a hechos, y la
relación entre esos hechos. Intentar ir más allá de los hechos y la sucesión o
concomitancia de los hechos es orquestar lo imposible. Causas, esencias,
y lo restante, son términos que abrigan en ropajes ficticios nuestra ignorancia
de la explicación científica real.
La idea general del
positivismo está contenida en el veredicto de Hume "es imposible ir más
allá del experiencia". Este dictum psicológico es aceptado por el
positivismo filosófico, como la sentencia de muerte de la metafísica. Con el
científico, sin embargo, otras consideraciones pesan más que el argumento
psicológico. El científico
apunta a la condición presente de la metafísica; llama la atención al hecho de
que, mientras que las ciencias físicas han avanzado mediante saltos y rebotes,
la metafísica todavía está ligada a los más fundamentales problemas y no ha
siquiera establecido las cuestiones de las que su misma existencia depende. La
condición de la metafísica es, efectivamente, tal como invitar al desprecio y
provocar al desdén de los científicos; la culpa, sin embargo, puede no
descansar tanto en las declaraciones de la metafísica como en las bagatelas de
los metafísicos
RELACIÓN DE LA
METAFÍSICA CON OTRAS CIENCIAS
La consideración de la relación que la metafísica
sostiene, o debe sostener, con las otras ciencias debe resultar de una
refutación de la contención positivista de que la metafísica es inservible. En
primer lugar, la metafísica es la ciencia natural coordinadora que corona los
esfuerzos unificadores de las otras ciencias. Cumple en el más alto plano del
conocimiento ese proceso de unificación hacia el cual la mente humana tiende
irresistiblemente. Sin ella, las explicaciones y coordinaciones resultantes de las
ciencias menores serían, quizás, satisfactorias entre los límites de esas
ciencias, pero fallarían en lograr los requerimientos de ese instinto
unificador que la mente tiende a aplicar al conocimiento en general. En tanto que la mente del conocedor es una, es
imposible no intentar traer bajo las más generales concepciones y principios
las conclusiones de las varias ciencias. Ése es el trabajo de la metafísica.
En cualquier momento que
miremos alrededor, entre los contenidos de la mente, y tratemos de descubrir
orden y arreglo jerárquico entre ellos, estamos intentando un sistema
metafísico. En segundo lugar, el proceso de explicación que pertenece a cada
una de las ciencias menores, si se persigue suficientemente, nos trae cara a
cara con la petición de una explicación metafísica. Así, el problema químico de
la constitución atómica o proto-atómica de los cuerpos empuja inevitablemente a
la pregunta,
"¿Qué es la materia?" El problema biológico
de la naturaleza y el origen de la vida nos trae al punto en el que es
imperativo responder a la pregunta, "¿Qué es la vida?" Las preguntas:
"¿Qué es substancia? ¿Qué es causa? ¿Qué es cantidad?" son ejemplos
adicionales de los problemas a los cuales la física, matemáticas, etc.
finalmente llevan.
En efecto, el mundo de
la ciencia está completamente rodeado por el mundo de la metafísica, y todo
camino de investigación nos lleva a la autopista del preguntar, que tarde o
temprano cruza la frontera y nos lleva hacia la metafísica. Cuando luego, es
científico rechaza la metafísica, suprime una tendencia natural e inextinguible
de la mente individual a la unificación y, al mismo tiempo, trata de levantar
en toda autopista y sendero de su propia ciencia una barrera contra el progreso
posterior en dirección de la explicación racional.
Además, el cultivar el hábito metafísico de la mente
es productivo en excelentes resultados en la esfera de la cultura general. La
facultad de apreciar principios tanto como a los hechos es una cualidad que no
puede estar ausente de la mente sin detrimento a esa simetría del desarrollo en
que la verdadera cultura consiste. Es científico que objeta la metafísica, en
seguida condena al metafísico que desdeña considerar los hechos. Él mismo, a
menos que cultive las potencias metafísicas de la mente, está en peligro de
alcanzar el punto en donde es incapaz de apreciar los principios. Ambos el
talento empírico de acertar en los hechos, y el atino metafísico de los
principios y las leyes, son necesarios para el redondeo de las potencias
mentales del hombre, y no hay razón por la cual ambas deban de no ser
cultivadas.
RELACIÓN DE LA
METAFÍSICA CON LA TEOLOGÍA
La naturaleza de la metafísica determina su esencial e
íntima relación con la teología. La teología, sin mucha necesidad de decirlo,
deriva sus conclusiones de premisas que son reveladas, y en tanto que hace esto
se eleva por encima de todas las escuelas de filosofía o metafísica. Al mismo
tiempo es una ciencia humana, y, como tal, debe formular sus premisas en
terminología exacta y debe emplear procesos del raciocinio humano al obtener
sus conclusiones. Para esto, depende de la metafísica.
Algunas veces, en
efecto, como cuando enfrenta los misterios supernaturales de la fe, la teología
reconoce que las concepciones metafísicas son inadecuadas y las fórmulas
metafísicas incompetentes para expresar las verdades discutidas. De cualquier
modo, si la teología no tuviera formularios metafísicos en los cuales confiar,
no podría ni expresar sus premisas ni deducir sus conclusiones de un modo
científico. De nuevo, la teología confía en la metafísica para probar ciertas
verdades, llamadas los preámbulos, los cuales no son revelados sino de
cualquier modo presupuestos antes de la revelación y pueden ser considerados
razonables o posibles.
Estas verdades no son los cimientos en los que
descansamos nuestra fe supernatural. Si ellos fallaran, la fe no sufriría,
aunque la teología debería ser reconstruida en otros cimientos. Más allá, la
metafísica, como Aristóteles señaló, culmina en la discusión de la existencia y
naturaleza de Dios. Dios es el objeto de la teología. Es completamente natural,
por lo tanto, que la metafísica y la teología deban de tener muchos puntos de
contacto, y que ésta deba de descansar en aquella. Finalmente, puesto que toda
verdad es una, tanto en la fuente desde la cual se deriva, y en el sujeto, la
mente humana, a la cual adorna, debe haber una relación entre dos ciencias que,
como la teología y la metafísica, tratan de las más importantes concepciones de
la mente humana. La diferencia en el método de tratamiento, la teología
confiando en la revelación, y la metafísica en la pura razón, no afecta la
unidad de propósito y la final armonía de las conclusiones de estas dos
ciencias.
Pero, mientras la teología así obtiene asistencia de
la metafísica, no pueda haber duda que la metafísica ha adquirido ventajas de
su cercana asociación con la teología.
La filosofía
pre-cristiana fallaba en adquirir precisas determinaciones metafísicas de las
nociones de sustancia y persona. Este defecto fue corregido en parte por
Orígenes, Clemente, y Atanasio, y en parte por sus sucesores, los escolásticos;
el impulso en ambos casos fue dado a la definición filosófica por los
requerimientos de la especulación teológica concerniente a la Sagrada Trinidad.
La filosofía
pre-cristiana fallaba en dar coherente y satisfactoria cuenta del origen del
mundo: los mitos de Platón y la doctrina de la eternidad de la materia de
Aristóteles no podían por largo tiempo continuar satisfaciendo la mente
cristiana. Fue, una vez más, la escuela alejandrina de metafísica cristiana la
que, elaborando la concepción bíblica de la creación ex nihilo, dio una
explicación del origen del universo tan satisfactoria a los metafísicos como a
los teólogos. Finalmente, la doctrina católica de la transubstanciación, como
fue discutida por los escolásticos, dio ocasión para una más definida y
detallada determinación de la concepción metafísica de accidente en general y
de cantidad en lo particular.
EL MÉTODO DE LA METAFÍSICA
Entre las objeciones más
frecuentes usadas contra metafísica, especialmente contra metafísica
escolástica, es el carácter acientífico de su método. El metafísico, se nos dice, busca el camino a
priori del conocimiento; rechaza o hasta condena el uso del método empírico a
posteriori que es empleado con tanta ganancia en la investigación de la
naturaleza; teje como dice Bacon , los hilos de la tela metafísica desde los
contenidos de su propia mente, como la araña teje su red de la substancia de su
cuerpo, en vez de recoger de cada fuente del mundo alrededor de él los
materiales de su estudio, y después trabajarlos todos juntos hasta llegar a
principios metafísicos, como la abeja recoge néctar de las flores y elabora de
él su miel. De modo que sea posible aclarar el malentendido en el cual subyace
esta objeción, es necesario señalar que hay tres clases del método metafísico:
El a priori, que,
asumiendo ciertos postulados auto evidentes, máximas, y definiciones como
verdaderas, proceder deductivamente a esbozar conclusiones implicadas en esas
suposiciones; el método subjetivo a posteriori, que, del examen de los
phenomena de la conciencia construye empíricamente, esto es, inductivamente,
conclusiones basadas en aquellos phenomena; el método objetivo a posteriori,
que construye de los hechos de la experiencia en general del mismo modo en que
el método subjetivo construye con los hechos de la introspección.
El segundo método es pre-eminentemente el método de
los cartesianos, quienes, como su líder, Descartes, buscaron construir todo el
edificio de la filosofía sobre el fundamento de la reflexión de nuestros
procesos mentales: Cogito, ergo sum. También es el método de los kantianos,
quienes, negando la base psicológica de la metafísica como insegura, construyen
en la base moral, el imperativo categórico, su línea de razonamiento es:
"Yo debo, luego soy libre", etc..
El tercer método es de aquellos quienes, negando las
concepciones aristotélica, esencia, substancia, causa, etc., las substituyen
por las llamadas concepciones empíricas de fuerza masa y demás, sobre las
cuales intentan subsumir las concepciones peculiares a varias ciencias en un
sistema de metafísica critico-empírica. El primer método es completamente
acientífico (en el sentido popular de la palabra) y es adoptado sólo por
aquellos filósofos quienes, como Platón, consideran que la verdadera fuente del
conocimiento filosófico está por encima de nosotros, no en el mundo alrededor y
debajo de nosotros. Si la fórmula universalia ante rem (ver UNIVERSALES) es
tomada el sentido exclusivo, entonces no buscaremos en la experiencia, sino a
la intuición de un más alto orden de verdad, es por nuestros principios
metafísicos. Es una calumnia que se originó en la ignorancia quizá, más que en
el prejuicio, que los escolásticos seguían este método a priori en la
metafísica. Cierto, el filósofo escolástico de continuo invoca ciertos principios
tales como "Agere sequitur esse" "Quidquid recipitur per modum
recipientis recipitur" etc. y por tanto deduce conclusiones metafísica.
Si, sin embargo, examinamos más de cerca, si volvemos de la "Summa",
o libro de texto, donde el adagio es citado sin prueba, al "Comentario a
Aristóteles" donde el axioma es introducido por primera vez, encontraremos
que se prueba mediante argumentos inductivos o empíricos, y luego se hace una
premisa legítima de la cual deducir otras verdad. A decir verdad, los escolásticos
usan un método que es a la vez a priori y a posteriori, y el último en sentido
objetivo y subjetivo a la vez.
En su exposición de la
verdad naturalmente usan el método a priori, o deductivo. Es investigación a la
verdad exploran empíricamente tanto el mundo de los phenomena mentales entre
nosotros, y los phenomena del mundo físico sin nosotros, con el propósito de
construir inductivamente aquellos principios metafísicos desde los cuales
proceden. Puede concederse que muchos de los escolásticos posteriores son
prestos a invocar autoridad en vez de investigar; puede concederse, incluso,
que los más grandes escolásticos fueron muy dependientes de los libros,
especialmente de las obras aristotélicas, para su conocimiento de la
naturaleza. Pero, en principio, al menos los mejores representantes de la
escolástica reconocieron que en la filosofía el argumento de autoridad es el
más débil, y si en las circunstancias en las que vivieron y escribieron les
hicieron imperativo dominar los contenidos de las obras aristotélica sobre la
ciencia natural, se debe, de cualquier modo, conceder por todo medianamente
educado critico que al menos en metafísica ellos mejoraron las doctrinas del
Estagirita.
HISTORIA DE LA
METAFÍSICA
La historia de la metafísica naturalmente cae en las
mismas divisiones que la historia de la filosofía en general. En un breve
apartado del curso que la especulación metafísica ha seguido, sólo será posible
considerar las etapas principales, sean éstas (1) filosofía hindú, (2) filosofía
griega, (3) filosofía cristiana temprana, (4) filosofía medieval, (5) filosofía
moderna.
(1) FILOSOFÍA HINDÚ
De todas las civilizaciones de la antigüedad, los
hindis fueron los más exitosos en levantarse rápidamente de las explicaciones
mitológicas del universo hacia explicaciones en términos metafísicos. Aparentemente sin
pasar por la etapa intermedia de la explicación científica, alcanzaron de una
vez las alturas del punto de vista metafísico. Desde el politeísmo o monoteísmo
procedieron tempranamente al panteísmo, de eso a una concepción monacal
metafísica de la realidad. Su punto de partida fue darse cuenta que el hombre
nace en un estado de rudeza y que es su principal deber en la vida salir de esa
condición por medio del conocimiento.
El conocimiento, enseñaban, que vale más en la lucha
por la libertad es este: el mundo de los phenomena sensibles es una ilusión
(mâya), todas las cosas reales son idénticas en una substancia suprema, el alma
es parte de esta substancia real, y ulteriormente regresará al Todo. La
sustancia real es, como señala Max Müller, dicha como un neutro, y en esta
doctrina, la primera, y la más importante de todas las verdades, luego, es que
la realidad es una, y cada uno de los otros idénticos al Todo: "That art
thou" es la más alta expresión del autoconocimiento, y la puerta a toda
verdad útil. Luego, los hindis, actuaron por un motivo ético, o ascético, y
consiguieron una fórmula metafísica a la cual reducir toda la realidad.
(2) FILOSOFÍA GRIEGA
Los primeros filósofos griegos fueron estudiosos de la
naturaleza. Eran motivados no por una razón ética, sino por un tipo de
curiosidad científica por saber el origen de las cosas. No hubo metafísico
alguno entre los jónicos (ver ESCUELA JONICA DE FILOSOFIA). Lejos del problema de
los orígenes, sin embargo, el problema metafísico fue desarrollado por los
eleatas y por Heráclito. Éstos filósofos consideraban que las explicaciones de
los jónicos -- que el mundo se originó del agua o del aire-- eran muy ingenuas,
confiando mucho en el veredicto de los sentidos. Consecuentemente, empezaron a
contrastar la verdad real que la mente (nous) ve, y la verdad ilusoria (doxa)
que aparece a los sentidos. Los eleatas, por un lado, mantuvieron que el
elemento permanente, al cual llamaron Ser, sólo existe, y que el cambio, la
multiplicidad y el movimiento son ilusiones. Heráclito, por otro lado, alcanzó
la conclusión de que lo que la mente revela es el cambio, que por sí mismo es
real, mientras que la permanencia es sólo aparente, y es, en efecto, una ilusión
de los sentidos.
Así, estos pensadores se lanzaron al centro del
problema del cambio la permanencia. Ellos mismos no estuvieron, sin embargo,
completamente libres de las limitaciones que confinaron a los jónicos a una
visión física del problema de la filosofía. Formularon principios metafísicos
de la realidad, pero tanto en el lenguaje que usaron como en el modo de
pensamiento que adoptaron, parece que fueron incapaces de levantarse por encima
de las consideraciones de la materia y principios materiales. De cualquier
modo, hicieron un inmenso servicio a la metafísica manifestando claramente el
problema del cambio.
Sócrates fue principalmente un maestro de ética.
Incluso así, extendiendo el fundamento de la ética formuló una teoría del
conocimiento que tuvo aplicación inmediata al problema de la metafísica. Enseñó que el
contraste y la aparentemente irreconciliable contradicción entre el veredicto
de la mente y la deliberancia de los sentidos desaparecen cuando determinamos
las condiciones científicas del verdadero conocimiento. Sostuvo que estas
condiciones se encuentran en los procesos de inducción y definición. Su
conclusión, por lo tanto, fue que desde los datos de los sentidos, que son
contingentes y particulares, podemos formar conceptos, que son los elementos
del verdadero conocimiento científico. Él mismo aplicó esta doctrina a la
ética.
Platón, el pupilo de Sócrates, trasladó la enseñanza
socrática a la región de la metafísica. Si el conocimiento través de los
conceptos es el único conocimiento verdadero, se sigue, dice Platón, que el
concepto represente la única realidad, y toda la realidad, en el objeto de
nuestro conocimiento. La suma de la realidad de una cosa es por lo tanto la
idea. Correspondiendo al mundo interno, o psicológico, de nuestros conceptos no
es sólo el mundo de la experiencia sensible (el mundo de sombras de los
phenomena), sino también es el mundo de las ideas, del cual nuestro mundo de
conceptos es sólo un reflejo, y el mundo delas sensaciones fenoménicas,
meramente una sombra. Aquello que hace a algo ser lo que es, la esencia, como
debemos llamarla, es la idea de la cosa, existente en un mundo superior al
nuestro. En la cosa misma, el fenómeno que se presenta a los sentidos, a y la
participación de la idea, limitada, desfigurada y contaminada por la unión con
un principio negativo de limitación llamado materia. Los constituyentes
metafísicos de la realidad son, por lo tanto, las ideas como factores positivos
y este principio negativo. De las ideas viene todo lo que es positivo,
permanente, inteligible, y eterno en el mundo. Este principio negativo viene la
intersección, negación, cambio, y posibilidad de disolución. Así, sacando provecho de las
doctrinas epistemológicas de Sócrates, sin perder de vista las antagónicas
enseñanzas de los eleatas y de Heráclito, Platón desarrolló su teoría de las
ideas como una solución metafísica al problema del cambió, que había agobiado a
sus predecesores.
Aristóteles también fue
un seguidor de Sócrates. También fue influenciado por la teoría de las ideas
promovida por su maestro, Platón. Pues, aunque rechazó tal teoría, lo hizo
después de un estudio de ella que lo habilitó para ver el problema del cambio a
la luz de principios metafísicos. Como Platón, aceptó la doctrina socrática de
que sólo el verdadero conocimiento es conocimiento de conceptos. Como Platón,
también infirió de esto que el concepto debe representar la realidad de una
cosa. Pero a diferencia de Platón, en este punto hizo una importante
distinción. La realidad, enseñó, que el concepto presenta es la cosa que ella
constituye, no como una idea, sino como una esencia. Consideró que el mundo de
las ideas platónico es una duplicación de las cosas sin sentido: el mundo de
las esencias está dentro, no encima de, ni más allá, del mundo de los
phenomena.
Consecuentemente, no hay contradicción entre la
experiencia sensible y el conocimiento intelectual: los principios metafísicos de
las cosas son conocidos mediante la abstracción desde aquellas cualidades
individuales, que se presentan en el conocimiento sensible; el conocimiento de
ellas es ultimadamente empírico, y no apto para ser explicado mediante alguna
intuición que hayamos argüido haber disfrutado en una existencia previa.
En la esencia de las cosas materiales Aristóteles distingue más allá un
principio doble, a saber la forma, que es una fuente de perfección,
determinación, actividad y toda cualidad positiva, y la materia, que es la
fuente de perfección, indeterminación, pasividad y todas las limitaciones y
privaciones de la cosa. Llegando a los límites de la metafísica y la física,
Aristóteles definió la naturaleza de la causalidad, y distinguió cuatro clases
supremas de causa, a saber material, formal, eficiente y final (ver CAUSA). Además
de estas contribuciones a la solución del problema del cambio, el cual se
volvió, por evolución histórica, el problema central de la metafísica,
Aristóteles contribuyó a la disciplina con la discusión de la naturaleza del
Ser en general, y esbozó un esquema de clasificación de las cosas que es
conocido como el sistema de las categorías. Es menos satisfactorio en su
tratamiento del problema de la existencia y naturaleza de Dios, cuestión en la
cual, como el mismo admite, toda especulación metafísica culmina.
Después de la época de
Aristóteles, la filosofía entre los griegos se centró en problemas del destino
y conducta humana. Los estoicos y los epicúreos, quienes fueron los principales
representantes de esta tendencia, dedicaron su atención a cuestiones metafísicas
sólo en tanto que consideraron que tales cuestiones podrían influir en la
felicidad humana. Como resultado de esta subordinación de la metafísica a la
ética, el panteísmo materialista de los estoicos y el monismo materialista de
los epicúreos estuvo lejos de la perfección que las doctrinas de Platón y
Aristóteles tenían. En los
tiempos de las escuelas estoica y epicúrea, una nueva escuela de platonismo,
generalmente llamada neoplatonismo, se interesó mucho en los problemas de
ascetismo y misticismo, y, en conexión con estos problemas, dio un nuevo giro a
la corriente de la especulación metafísica. Los neoplatónicos,
influenciados por el monoteísmo de los orientales, y después, por el de los
cristianos, tomaron la tarea de explicar cómo el variado, diversificado, e
imperfecto mundo se originó del Uno, del Inmutable, y Perfecto Ser. Exageraron
la doctrina platónica de la materia al punto de mantener que toda maldad, tanto
moral como física, se origina en una fuente material. Al mismo tiempo,
adscribieron a las ideas espiritualizadas que llamaron daimones (espíritus)
toda actualidad, inteligencia, y fuerza de todo el universo. Estas
inteligencias eran derivadas, decían, del Uno mediante un proceso de emanación,
que es similar al refulgir de la luz desde algún cuerpo luminoso.
Éste sistema de metafísica enseña, por lo tanto, que
el Uno, y las inteligencias derivadas del Uno, son sólo principios positivos,
mientras que la materia es el único principio negativo de las cosas. Éste es el
sistema que fue más ampliamente aceptado en los círculos paganos durante los
primeros siglos de la era cristiana.
(3) PRIMERA FILOSOFÍA CRISTIANA
Los primeros herejes entre los pensadores cristianos
fueron influenciados en su filosofía por el neoplatonismo. En mayor parte adoptaron
la visión gnóstica (ver GNOSTICISMO) que ulteriormente apelaba a una prueba de
que la verdad cristiana no es la enseñanza oficial de la Iglesia o la doctrina
exotérica de los Evangelios, sino una gnosis secreta, un cuerpo doctrinal
impartido por Cristo a algunos elegidos. Este cuerpo doctrinal era en realidad un
neoplatonismo modificado. Su punto más notorio fue la teoría de que la maldad
no es creación de Dios, sino una labor del demonio. El problema del mal así
pasó a ocupar un lugar importante en los sistemas filosóficos de los pensadores
cristianos ortodoxos hacia el tiempo de San Agustín.
Otros problemas también tomaron atención especial,
entre los que es de notar el problema del origen del universo. Desde los
problemas teológicos concernientes a los misterios de la Trinidad y la
Encarnación, se levantaron discusiones acerca del significado de naturaleza,
substancia, y persona. De todas estas fuentes se esparció el neoplatonismo
cristiano de la gran escuela de Alejandría, la cual incluyó a Clemente y a
Orígenes, y la fase del cristianismo platónico posterior ejemplificada por San
Agustín.
En la filosofía de San Agustín tenemos el mayor
esfuerzo constructivo de la mente cristiana durante la era patrística. Es una
filosofía que se centra en los problemas emergentes de la naturaleza de Dios, y
la naturaleza y destino del alma humana: el problema más crucial entre estos es
aquél de la existencia del mal. ¿Cómo puede el mal existir en un mundo creado y
gobernado por Dios, Quien es a la vez bondad suprema y todopoderoso? Rechazando la idea
maniquea de que el mal tiene un origen distinto de Dios, San Agustín dedica sus
esfuerzos a mostrar, desde la naturaleza del mal, que éste no demanda un acto
eficiente directo de parte de Dios, sino sólo un acto permisivo y que esta
tolerancia hacia el mal es justificada por la gradación de los seres que
resulta del existencia de la imperfección, la cual es esencial a la armonía y
variedad del universo en general. Otra cuestión que atrae un buen tanto de preeminencia en la metafísica
de San Agustín es aquélla acerca del origen del mundo. Todas las cosas,
enseña, fueron creadas en el principio, las criaturas materiales tanto como los
ángeles, y la subsiguiente aparición de plantas, animales, y hombres en series
cronológicas es meramente un desarrollo del tiempo de aquellas "semillas
de cosas" que fueron implantadas en el mundo material en el principio. Sin
embargo, San Agustín es cauteloso al hacer una excepción en el caso del alma
humana individual. Evita la doctrina de la preexistencia del alma que Orígenes
había enseñado, y sostiene que el alma individual se origina al mismo tiempo
que el cuerpo, aunque no está preparado para decidir definitivamente, o ya sea
que el alma se origine por un acto creador distinto, o que sea derivada de las
almas de los padres de los hijos (ver TRADUCIANISMO).
(4) FILOSOFÍA MEDIEVAL
Los primeros filósofos
escolásticos dedicaron su atención a la discusión de problemas lógicos que se
levantaron de la interpretación de textos que eran estudiados en las escuelas,
tales como la Isagoge de Porfirio, y la traducción de Boecio de porciones del
Organon aristotélico. De
estas discusiones pasaron a problemas de la psicología, pero no fue sino hasta
fines del siglo XII, cuando el tratado metafísico de Aristóteles y sus trabajos
sobre psicología se volvieron accesibles en latín, que la metafísica
escolástica alcanzó la dignidad y proporciones de un sistema. Como
excepción, Juan Escoto (ver ERIUGENA), tan pronto como en la primera mitad del
siglo IX desarrolló un sistema altamente elaborado de especulación metafísica
caracterizado por el idealismo, panteísmo, y misticismo neoplatónico. En el
siglo XI la escuela de Chartres, bajo influencia platónica, discutió en un
espíritu metafísico los problemas de la naturaleza de la realidad y el origen del universo.
La filosofía del siglo XIII, representada por
Alejandro de Hales, San Buenaventura, Roger Bacon, Alberto Magno, Santo Tomás y
Juan Duns Escoto, dio lugar a la metafísica como la ciencia que completa y corona
los esfuerzos de la mente en alcanzar conocimiento de las cosas humanas y
divinas. Reconoce la importancia de la relación que la metafísica tiene, por un
lado, con otras porciones de la filosofía, y, por otro lado, con la ciencia de
la teología.
Fundamentalmente aristotélica en sus concepciones de
método y visión, la metafísica de la edad de oro de la escolástica parte ya de
la enseñanza aristotélica en tanto que enmienda los errores y corrige las
faltas detectadas en la filosofía aristotélica. Así, trabajo sobre las línea
aristotélica los problemas de persona y naturaleza, sustancia y accidente,
causa y efecto; retomó y llevó a mayor desarrollo sistemático la reconciliación
del mal y de la bondad de Dios presente en San Agustín; elaboró en detalle la cuestión
de la naturaleza de la materia y del origen del universo mediante el acto
creativo de Dios.
Al mismo tiempo, la
metafísica de las escuelas fue obligada a enfrentar nuevos problemas que fueron
traídos de la atención de los escolarcas por la actividad exegética y
educacional de los árabes. Así, dibujó la línea de distinción entre el teísmo y
panteísmo, discutió las cuestiones del fatalismo y el libre arbitrio, y rechazó
la interpretación árabe de Aristóteles la cual ponía en juego la doctrina de la
inmortalidad personal. Hacia
el fin del periodo escolástico la aparición del nominalismo anti-metafísico de
Ockham, Durandus, y otros, tuvo el efecto de llevar algunos escolarcas tardíos
a la adopción de un apriorismo extremo en filosofía, que más que ninguna otra
cosa contribuyó a traer un antagonismo entre la metafísica y la ciencia
natural, que marca la era del descubrimiento científico. Esta condición, aunque dispersa,
no fue, sin embargo, universal. Hombres como Suárez y otros grandes
comentadores continuaron la tarea hasta el siglo XVII de presentar tratados
metafísicos con las mejores tradiciones del escolástica del siglo XIII.
(5) FILOSOFÍA MODERNA
Hacia el principio de la era moderna encontramos
divergencia de opinión al respecto de la visión y el valor de la especulación
metafísica. Por un lado, mientras Bacon mismo retiene el nombre metafísica para
designar la ciencia de las propiedades esenciales de los cuerpos, se opone a la
filosofía metafísica de los escolásticos, y principalmente porque esta filosofía
daba mucha preeminencia a las causas finales y al estudio de la mente. Por otro lado, Descartes,
mientras que declara que "la filosofía es un árbol, que tiene la
metafísica por raíz", entiende que la ciencia de la metafísica está basada
exclusivamente en los datos de la conciencia subjetiva.
Spinoza acepta esta
restricción, implícitamente al menos, aunque su principal filosofía explícita
es ética, principalmente al presentar una visión de la realidad que lleva a la
deliberancia del alma desde la sumisión. Leibniz toma un punto de vista más
objetivo. Él trata de adoptar una definición de realidad que reconcilie el
idealismo de Platón con los resultados de la investigación científica, y apunta
a armonizar el materialismo de los atomistas con el espiritualismo de los
escolásticos. Locke, limitando todo nuestro conocimiento a dos fuentes, la
sensación y reflexión, restringe las posibilidades de la especulación
metafísica más allá de los hechos de la experiencia y conciencia. De hecho,
sostiene que todas las fórmulas metafísicas, cuando no son meramente
tautológicas y, por lo tanto triviales, tienen sólo una formulación hipotética.
Esta línea de pensamiento
es tomada por Hume quien enfáticamente declara que " es imposible ir más
allá del experiencia ", y por Mill, quien mantiene la naturaleza
hipotética de todas las, así llamadas, verdades necesarias, tanto matemáticas
como metafísica. La misma posición es tomada por los sensistas y materialistas
franceses del siglo dieciocho. Berkeley, a pesar de que su profesa búsqueda era
meramente " remover la niebla y el velo de las palabras " que
ocultaban la clara visión de la verdad, pasó del inmaterialismo empírico a un
sistema de misticismo platónico basado en el principio de causalidad metafísico.
Comenzando con Kant, la cuestión de la existencia y
visión de la ciencia metafísica asume una nueva fase. La metafísica es ahora la
ciencia que reclama conocer las cosas en ellas mismas, y como Kant lo ve, toda
metafísica post-cartesiana está mal en su punto de partida. Él sostiene que
tanto el rechazo de los empirístas por la metafísica como la defensa de los
dogmáticos por ella son erróneos.
El empirista yerra en
declarar que no podemos ir más allá del experiencia, el dogmático yerra en
afirmar que podemos ir más allá de la experiencia por medios de la razón
teorética. La razón práctica, la facultad de la conciencia moral, es la única
que puede llevarnos más allá de la experiencia, y conducirnos a un conocimiento
de las cosas en ellas mismas.
La razón práctica, por lo tanto, o la ley moral, de la cual somos
inmediatamente conscientes, es el único fundamento de la ciencia metafísica.
Los sucesores de Kant, sean Fichte, Schelling, Hegel, Schopenhauer, y Von
Hartmann, sin importar cuánto difieran en otros aspectos, sostienen que el
blanco de la metafísica es obtener la realidad ultra empírica, o absoluta, ya
sea que se llame identidad (Fichte), el absoluto de la indiferencia
(Schelling), el absoluto dinámico, espíritu o Idea (Hegel), la Voluntad
(Schopenhauer), o el Inconsciente (Von Hartmann). Otro grupo, los empiro-
críticos, que también reconocen su dependencia de Kant, asignan a la metafísica
la tarea de discutir los principios fundamentales del conocimiento por medio
del examen crítico de la experiencia. Finalmente, hay entre los filósofos
alemanes de nuestra época una inclinación para usar el mundo de la metafísica
para designar cualquier visión de la realidad que, trascendiendo los límites de
las ciencias particulares, intenté combinar y relacionar los resultados de
aquellas ciencias en la fórmula sintética.
Los filósofos ingleses
definen la metafísica ya sea en términos de phenomena mentales, como lo hace
Hamilton, o restringiendo su campo de preguntas al problema del valor del
conocimiento, así confundiéndola con la epistemología, o regresan al punto de
vista de Hegel, a saber que la metafísica es la ciencia del génesis y
desarrollo de las categorías dinámicas de la realidad.
La escuela
evolucionista, representada por Herbert Spencer, mientras que niega la cohesión
de los razonamientos metafísicos, intenta una síntesis general de toda la
verdad bajo la fórmula evolucionista, que es en realidad metafísica disfrazada.
Su esfuerzo en esta dirección es, al menos, un reconocimiento de la justicia de
la declaración escolástica que propone debe haber una ciencia hegemónica que
unifique y coordine en un sistema articulado las conclusiones de varias
ciencias, la cual corrija la tendencia hacia la especialización de aquellas
ciencias, que termina en fragmentación.
En tanto que el pragmatismo, representado por James,
Dewey, y Schiller, rechaza la verdad absoluta, puede decirse que trastoca el
fundamento de la metafísica. De cualquier modo, la última fase del pragmatismo,
en la cual el interés se cambia del problema epistemológico a la cuestión que
trata de contestar qué es la realidad, es de manifiesto un paso hacia la
rehabilitación de la metafísica. Un análisis de la realidad es seguido
inevitablemente por un intento de síntesis.
La síntesis pragmática,
naturalmente, tendrá por fundamento no la ley de la entidad, a saber que lo que
es, es, ni la ley de la contradicción, que el ser no es no-ser, sino algún
principio de valor, similar a la teoría de Lotze. De especial interés es el
intento por parte del profesor Royce de interpretar la realidad en términos de
lealtad. Con excepción, entonces, de los estudios de Trendelenburg, y
exposiciones críticas del texto de Aristóteles, la única literatura filosófica
en tiempos recientes que adopta la visión de la naturaleza y visión de la
metafísica aristotélica, es aquella que viene de las plumas de los
neo-escolásticos. La doctrina neo-escolástica, en al menos un punto de la
metafísica, es dada en el siguiente párrafo.
DOCTRINA DEL ENTE
Las tres ideas que son más importantes en cualquier sistema de metafísica
son el ser, la substancia, y la causa. Éstas
tienen una influencia decisiva, y se puede decir que determinan el carácter del
sistema metafísico. La sustancia y causa son tratadas en algún otro lado bajo
títulos separados (ver CAUSA y SUBSTANCIA). Será, por lo tanto, suficiente con
dar aquí las líneas generales de la doctrina escolástica del ser, que, en
efecto, es la más fundamental de las tres, y decide, por así decirlo, de
antemano aquello que los escolásticos enseñan al respecto de la sustancia y la
causa.
(1) DESCRIPCIÓN DEL ENTE
El ser no puede ser
definido (a) porque una definición, de acuerdo con la fórmula escolástica, debe
ser "por género próximo y diferencia última", y el ser, teniendo la
más amplia extensión, no puede ser incluido en ningún género; (b) porque una
definición es el análisis de la comprensión de un concepto, y el ser, teniendo
la mínima comprensión, es indivisible en su comprensión, resistiendo a todos
los esfuerzos por resolverlo en elementos más simples del pensamiento. De cualquier modo, el ser puede
ser descrito. La palabra ser, tomada ya sea como un infinitivo o como un
sustantivo, hace referencia al acto de la existencia.
Lo que sea que existe, entonces, es un ser, ya sea que
exista en la mente o fuera de la mente, ya sea actual o solamente potencial, ya
sea que requiera un sujeto en el cual residir o sea capaz de subsistir sin un
sujeto de inherencia. Así, la más amplia división del ser es en, nocional,
que sólo existe en la mente (ens rationis), y real, que existe
independientemente en el mundo creado (ens reale). El ser real es dividido aún
en potencial y actual. Éste es un punto importante de la enseñanza escolástica,
el cuál es algunas veces sobreestimado en la exposición y sobre todo en la
crítica de la escolástica. Para los escolásticos, el mundo real se extiende más
allá del mundo actual de nuestra experiencia o incluso de nuestra posible
experiencia. Más allá del dominio de las cosas existentes actuales ven un mundo
de tendencias, potencias, y posibilidades que son verdaderamente reales. El
roble está realmente presente, aunque sólo potencialmente, en la bellota; la
pintura está realmente, aunque sólo potencialmente, presente, en la mente del
artista; etc., en cada caso, antes que el efecto se vuelva actual está
realmente presente en la causa en la medida en que su existencia actual depende
de aquella causa.
(2)RELACIÓN DEL ENTE CON OTROS CONCEPTOS
La psicología escolástica, adoptando la doctrina
aristotélica de que todas nuestras ideas son adquiridas mediante los sentidos,
enseña que el primer conocimiento que adquirimos es el conocimiento sensible.
Del material compuesto por los sentidos la mente elabora ideas o conceptos. La primera de estas
ideas es la más general, la más pobre en contenido representativo, a saber, la
idea de ser. En este sentido, por lo tanto, la idea de ser, o, más
correctamente, quizás, la idea de " algo ", es la primera de todas
estas ideas.
Volteando, ahora, a la
relación lógica, cómo, se preguntan los escolásticos, es la idea de ser
predicada de los conceptos más bajos o generales, tales como sustancia,
accidente, cuerpo, planta, árbol, etc. En primer lugar, el predicado ser nunca
es afirmado unívocamente de los conceptos más bajos, porque no es el género.
Tampoco es predicado equívocamente, porque su significado cuando es predicado
de substancia, por ejemplo, no es enteramente distinto que de cuando es
predicado de accidente. La predicación es por lo tanto analógica.
¿Qué, entonces, es la
relación, en comprensión, entre el ser y los conceptos más bajos?
Es obvio que los conceptos más bajos tienen mayor
comprensión que el ser. ¿Pero
es obvio que los conceptos más bajos añadan mayor comprensión al ser?
Manifiestamente, eso es imposible, porque casi cualquier otra cosa que el ser
esa añadida al ser, lo que se añade es nada, y por lo tanto no hay adición.
Los escolarcas, por lo tanto, enseñan que los conceptos más bajos simplemente
muestran una manera o modo explícito del ser que está contenido implícitamente
pero no expresado en el concepto más alto, el ser. La comprensión, por ejemplo,
de substancia es más grande que aquélla de ser. Sin embargo no es correcto
decir que, sustancia = ser + a; porque si "a " es distinta del
término ser, al cual es añadido, debe ser nada. La verdad, luego, es que sustancia hace relucir
explícitamente un modo (a saber la potencia de existencia sin un sujeto en el
cual estar inherente) que no está mi explícitamente afirmado ni explícitamente
negado sino sólo implícitamente contenido en el concepto de ser.
(3) EL ENTE Y LA NADA
El ser, por lo tanto,
tiene una comprensión, la cual, aunque es la mínima de todas las comprensión,
es definitiva. No es un concepto va yo, desnudo y, por lo tanto, igual a nada,
como los hegelianos enseñan. Esta doctrina de escolásticos es la línea de
demarcación entre el aristotelismo por un lado y el hegelianismo por el otro.
Aristóteles enseña que el ser tiene una comprensión definitiva y que, por lo
ende, tanto la ley fundamental del pensamiento como el principio básico de la
realidad es la identidad del ser consigo mismo: ser, A = A, o todo es lo que
es. Hegel no niega que
este principio aristotélico sea verdad. Sostiene, sin embargo, que el ser tiene
una comprensión indeterminada, una comprensión que es dinámica o, como se dijo,
fluida. Por lo tanto, dice, el principio ser= ser, A = A, o todo es lo
que es, es sólo parte de la verdad, pues el ser también es igual a la nada, a,
no-a, todo es opuesto. La verdad completa es: el ser el devenir; ninguna
fórmula estática o fija es verdad; todo está constantemente pasando hacia su
opuesto. Las consecuencias que siguen de esta divergencia fundamental de
doctrina al respecto del ser son enormes. No es la menos seria de éstas la
conclusión hegeliana de que toda la realidad es dinámica y que Dios mismo es un
proceso.
(4) ENTE, ESENCIA Y EXISTENCIA
Tal como la sabiduría (sapientia) es aquello por lo
cual una persona es sabia (sapere), así la esencia (essentia) es aquello por lo
cual una cosa es (esse). Si uno se pregunta sobre cuál es la causa intrínseca
por la cual una persona es sabia, la respuesta de, la sabiduría; si uno se
pregunta cuál es la causa intrínseca de la existencia, la respuesta es la
esencia. La esencia, por lo tanto es aquello por lo cual una cosa es lo que es. Esta es la fuente de todas las
propiedades necesarias y universales de una cosa, y es en sí misma necesaria,
universal, eterna, y permanente. El acto al cual se refiere es la existencia,
en el mismo modo en el cual al acto al cual la sabiduría se refiere, es el ejercicio
de la sabiduría (sapere).
Ambas existencia y le
esencia son realidades, la una en el orden en entitativo, la otra en el orden
quidativo. Desde luego, la existencia de un ser nocional (ens rationis) es sólo
nocional; su esencia, también erosiona. Pero en el caso de un ser real, creado,
la existencia es un tipo de realidad, una actualidad real, y le esencia es otro
tipo de realidad, una realidad de orden potencial.
Esta doctrina de la distinción real entre esencia y
existencia en seres reales creados no es admitida por todos los pensadores
escolásticos. Suárez, por ejemplo, y su escuela, sostienen que la distinción solamente
es lógica o nocional; los scotistas, también, mantienen que la distinción en
cuestión es menos que real. Los tomistas, por el contrario, mantienen que sólo
en Dios la esencia y existencia son idénticas, que en todas las criaturas hay
una verdadera distinción, porque las criaturas la existencia es participada,
diversificada, y múltiple, no por razón de sí, sino por razón de le esencia que
la actualiza. Hay mucha controversia no solamente en la cuestión misma, sino
también en relación a la interpretación de las palabras de Santo Tomás, aunque
hay muy pocas bases para negar que en el trabajo "De Ente et
Essentia" el Doctor Angélico sostiene una distinción real entre esencia y
existencia.
(5) PROPIEDADES TRASCENDENTALES DEL SER
Igualmente extensivos con el concepto de ser son los
conceptos bondad, verdad, uno, y bello. Cada ser es bueno, verdadero, uno, y
bello, el sentido metafísico, o como los escolásticos lo expresaron, ser y
bueno son intercambiables, ser y verdad son intercambiables, etc. (Bonum et ens
convertuntur, etc.). La bondad, en este sentido, significa la totalidad de
entidad o perfección que pertenece a cada ser en su propio orden de existencia;
verdad significa la correspondencia de una cosa a la idea de ella, la cual
existe en la Mente Divina; la unidad significa la falta de división actual, y
belleza significa su entereza, armonía o simetría de naturaleza esencial que es
sólo un aspecto de su verdad y bondad. Estas propiedades, verdad, bondad,
unidad, y belleza, son llamadas trascendentales, porque ellas trascienden, o
exceden en extensión, todas las clases más bajas en las cuales la realidad está
dividida.
(6) LAS CATEGORÍAS
El ser real está
dividido (no por estricta división lógica, sino por un proceso análogo a ello)
e infinito e infinito. Ese infinito está dividido el género supremo, sustancia
y accidente. El accidente
está dividido más allá en cantidad, cualidad, relación, acción, pasión, lugar,
tiempo, posición, y hábito o posesión. Estos nueve accidente, junto con el
género supremo, la substancia, son las diez categorías aristotélica en las
cuales, como supremas clases, todo ser está dividido.
Metafísica. Critica
La
palabra metafísica etimológicamente del griego. Meta, más allá +
physika, física "Metafísica" es una de las muchas palabras nobles que
han sido abusadas. Tradicionalmente significa: "la ciencia del ser como
ser", es decir de los primeros principios del ser.
De
esta ciencia considerada por algunos filósofos como “primera” abarca temas que
se encuentran más allá de lo que el ser se pueda imaginar desde su naturaleza.
No
obstante, La metafísica tiene dos temas principales: el primero es la
ontología, que en palabras de Aristóteles viene a ser la ciencia que estudia el
ser en cuanto tal.
El
segundo es el de la teleología, que es el estudio de los fines como causa
última de la realidad. Existe, sin embargo, un debate que sigue aún hoy sobre
la definición del objeto de estudio de la metafísica, sobre si sus enunciados
tienen propiedades cognitivas.
La
metafísica pregunta por los últimos fundamentos del mundo y de todo lo
existente. Su objetivo es lograr una comprensión teórica del mundo y de los
principios últimos generales más elementales de lo que hay, porque tiene como
fin conocer la verdad más profunda de las cosas, por qué son lo que son; y, aún
más, por qué son.
Tres
de las preguntas fundamentales de la metafísica son:
¿Qué
es ser?
¿Qué
es lo que hay?
¿Por
qué hay algo, y no más bien nada?
No
sólo se pregunta entonces por lo que hay, sino también por qué hay algo. Además
aspira a encontrar las características más elementales de todo lo que existe:
la cuestión planteada es si hay características tales que se le puedan atribuir
a todo lo que es y si con ello pueden establecerse ciertas propiedades del ser.
La
metafísica de esta manera conforma una multitud de significados y estudios, en
la cual el ser es el principal motivo de investigación, puesto que por medio de
la metafísica se descubren verdades próximas.
Desde mi
punto de vista religioso, considero la metafísica importante en mi vida, ya que
esta me ayuda a acercarme a Dios por medio de la investigación de la ciencia,
pero en especial por medio de mi espiritualidad. Tratar de imaginar la grandeza
del Dios infinito y perfecto.
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