4 BLOQUE. ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA. EL SENTIDO Y SIGNIFICADO DE LA EXISTENCIA HUMANA Y EL ESCÁNDALO DEL SUFRIMIENTO
EL SENTIDO Y SIGNIFICADO DE LA
EXISTENCIA HUMANA Y EL ESCÁNDALO DEL SUFRIMIENTO
INTRODUCCIÓN
Al momento de hablar de
existencia humana, no nos referimos solamente a su raíz biológica. La existencia humana encierra algo más,
algo que no podemos ver ni tocar. Hablamos de las cosas que realmente trascienden, traspasan fronteras
y perduran en el tiempo.
Todo en el mundo es y existe. Lo que diferencia al ser humano del resto de las especies es la
capacidad de elegir y la conciencia de sí. Siempre
está sujeto a decidir entre una u otra cosa. Esa es su libertad y como ente
individual inserto en una sociedad debe asumir la responsabilidad de sus actos.
La manera en que el hombre se rige moralmente, su patrón de conducta, es lo que
llamamos ética.
La idea actual del hombre y
la existencia humana, no es más que el resultado de cómo ha evolucionado este
mismo pensamiento. La historia nace con la necesidad de conocer todas aquellas
experiencias que nos han llevado a ser lo que somos hoy.
El hombre y la sociedad
han evolucionado gracias a su propia curiosidad, con la adquisición de experiencia, de
conocimiento. Los adelantos tecnológicos de hoy en día, son fruto de la
interacción de todas las ciencias existentes y las diversas disciplinas del
conocimiento.
ÉTICA Y EXISTENCIA HUMANA.
La ética nace en la Edad
Media como una valoración moral de los actos humanos. Se refiere principalmente
al comportamiento humano,a su categorización como bueno o malo. Pero la ética
no surge para difundir una serie de normas sobre cómo vivir, para eso puede
tomarse alguna religión o simplemente las leyes. La ética tampoco surge para
crear ciudadanos moralmente correctos, ni mucho menos moralmente incorrectos.
La ética sirve como patrón para el libre albedrío.
Al momento de plantearnos cualquier
situación en la vida, siempre tendremos la capacidad de decidir entre hacerlo o
no hacerlo, entre decir SI o NO. Sin duda esta es nuestra principal libertad.
Pero nada es tan simple como parece. Al momento de decidir libremente, debemos
tener en cuenta que nuestras acciones repercuten en la vida del resto de los
miembros de nuestra sociedad. En cada decisión tendremos en cuenta muchos
aspectos, nos haremos preguntas tales como
el por qué y para qué de lo que hacemos, y en ese preciso instante estaremos
“haciendo ética”, reflexionando sobre la vida.
Está claro que existen patrones generales de conducta que
promueven la sana convivencia y que la humanidad ha adoptado como una parte más
de la vida en sociedad. Pero también es cierto que cada quien debe vivir su
propia vida, desarrollar su propia existencia, teniendo en cuenta que la propia
libertad termina cuando empieza la del otro.
“ La vida del hombre no puede “ser
vivida” repitiendo los patrones de su especie; es él mismo - cada uno - quien
debe vivir” (Erich
Fromm, Ética y psicoanálisis, citado en revista Occidente n° 365 por Roberto
Muñoz Barra)
CIENCIA Y EXISTENCIA HUMANA.
Sin duda los
conocimientos que poseemos hoy en día nos han permitido lograr cosas que hace
cien años habrían sido imposibles de imaginar siquiera.
Cada una de las ramas del árbol de la Ciencia comprende un vasto
campo de conocimiento, en ocasiones tan amplio que no basta solo una disciplina
para estudiarla.
Gracias al desarrollo de las ciencias, la humanidad ha
conquistado todos los ambientes de la Tierra y una pequeñísima parte del
espacio exterior. Lugares muy distantes uno de otro están conectados
permanentemente y en los últimos años, de manera más expedita gracias a la
incorporación masiva de Internet. La ciencia ha permitido curar enfermedades y salvar vidas que hasta
hace algunos años eran imposibles de salvar. Con la ayuda de la ciencia existe
la posibilidad , en la práctica, de romper las barreras del sonido y en teoría
las del tiempo. El conocimiento de la
especie, de nuestras conductas es cada vez menos misterioso gracias a la
psicología, la sociología y la historia entre otras cosas. Lo más
importante de destacar, es que a pesar que las ciencias están fundadas en
pilares distintos, es la interacción de todas aquellas la que nos lleva a un
conocimiento global
El
desarrollo de las ciencias nos permite obtener un mayor conocimiento y
responder una serie de incógnitas. Pero también es cierto que una pregunta
resuelta conduce a muchas más por resolver. Una cosa si está clara:
ningún conocimiento es definitivo, porque no se ha comprobado la existencia de
verdades absolutas. Frecuentemente se recurre a la ciencia como argumento de
peso, algo comprobable, aunque es sabido por todos que la ciencia proviene de
los humanos y como tal puede tener imprecisiones.
En algunas ocasiones y con
justa razón , la ciencia es considerada como salvadora de la Humanidad.
¿Pero qué sucede cuando la ciencia parece ir más rápido que la
ética y que la propia imaginación?
Es muy importante al hablar
de la ciencia, identificar hasta donde se puede controlar el conocimiento,
hasta donde somos capaces de frenar nuestras ansias de saber más, cuidando de
no traspasar el umbral entre lo correcto y lo incorrecto. Pero al pensar en esa
delgada línea que separa lo bueno de lo malo surgen distintas interpretaciones;
cada persona le asignará el valor según sus propias normas éticas.
“Crear el conocimiento, el
entendimiento que posibilita la convivencia humana, es el mayor, el más
urgente, más grandioso y más difícil desafío que enfrenta la humanidad del
presente”.
«EL SIGNIFICADO DE LA EXISTENCIA HUMANA»
¿Tiene la humanidad un lugar
especial en el universo? ¿Cuál es el significado de nuestras vidas? Wilson Edward examina lo que hace
que los seres humanos sean absolutamente distintos al resto de las especies. Buscando el significado de lo
que Nietzsche en su día denominó «los colores del arco iris» en los límites
exteriores del conocimiento y la imaginación, lleva a sus lectores a un viaje,
entre la ciencia y la filosofía para crear un tratado del siglo XXI sobre
la existencia humana, desde nuestros primeros inicios a una mirada provocativa
a lo que presagia el futuro de la humanidad.
Wilson sugiere que es la época de las especies, que se inició en la
evolución biológica y la prehistoria, pasó a la historia y, ahora con urgencia,
día a día, cada vez más rápido hacia el futuro indefinido, es también lo que
decidiremos que sea.
Los avances de la ciencia y la
tecnología nos llevará al mayor dilema moral desde que Dios
sujetó la mano de Abrahán. Estamos a punto de abandonar la
selección natural, el proceso que nos creó, a fin de dirigir nuestra propia evolución mediante selección voluntaria,
el proceso de rediseño de nuestra biología y naturaleza humana como deseamos
que sea.
La prevalencia de algunos genes sobre otros
ya no será resultado de las fuerzas medioambientales, la mayoría de las cuales
están fuera del control humano o incluso del entendimiento.
Los
genes y sus rasgos prescritos pueden ser lo que queramos. Entonces,¿qué pasa con vidas más longevas, una mayor memoria, una mejor visión,
un comportamiento menos agresivo, una capacidad atlética superior, un olor
corporal agradable? Como escribe
Wilson, la lista de la compra es interminable.
Tenemos suficiente inteligencia, benevolencia, generosidad e iniciativa
como para convertir la tierra en un paraíso, tanto para nosotros como para la
biosfera que nos engendró.Podemos
lograr ese objetivo de manera verosímil, al menos, ir por el buen camino a
finales de este siglo.
El problema que está frenando este proceso
hasta ahora es que el Homo sapiens es una especie disfuncional de manera innata. La
maldición paleolítica nos ha ralentizado: las adaptaciones genéticas que funcionaron
muy bien durante millones de años de existencia de cazador-recolector, son cada
vez obstáculo mayor en una sociedad urbana y tecnocientífica global. No
parecemos capaces de estabilizar ni las políticas económicas, ni los medios de
gobierno a un nivel superior al de un pueblo.
Destruimos el medio ambiente natural, la herencia más preciosa e
irremplazable de nuestra especie ya
que estamos demasiado concentrados en nosotros mismos como para proteger el
resto de la vida que existe.
Mientras el conocimiento científico y la
tecnología sigan creciendo exponencialmente, duplicándose cada
una o dos décadas, dependiendo de la disciplina, la tasa de crecimiento se reducirá inevitablemente. Los
descubrimientos originales, habiendo generado enorme conocimiento, se reducirán
y empezarán a disminuir en número. En las próximas décadas, el conocimiento de
la cultura tecnocientífica será enorme en comparación con la del presente, pero
también será la misma en todo el mundo.
Lo que seguirá
desarrollándose y diversificándose de manera indefinida es la humanidad.
Es
cierto que la ciencia y las humanidades son
fundamentalmente distintas la una de la otra en lo que afirman y en lo que
hacen. Pero se complementan la una a la otra en origen, y surgen de los mismos
procesos creativos en el cerebro humano. Si el poder heurístico y analítico de
la ciencia se puede unir a la creatividad introspectiva de las humanidades, la
existencia humana se elevará a un significado infinitamente más productivo e
interesante.
Edward Osborne Wilson es
reconocido como uno de los biólogos más importantes del mundo. Entre los
reconocimientos que ha recibido en todo el mundo se encuentran la Medalla
nacional de la ciencia de los EE. UU., el premio Crafoord de la Real Academia
Sueca de las Ciencias, o el Premio internacional de biología de Japón. En el
ámbito de las letras, dos premios Pulitzer, los premios Nonino y Serono en
Italia y el premio COSMOS de Japón.Es Honorary Curator en
etimología y catedrático emérito de
investigación universitaria de la Universidad de Harvard. Es autor de Sobre la naturaleza humana (premio Pulitzer de 1979), Las hormigas
(premio Pulitzer de 1991), Consiliencia: la unidad del conocimiento, El futuro
de la vida o Cartas a un joven
científico, entre otros libros.
SENTIDO DE LA VIDA HUMANA
El sentido de la vida constituye una cuestión filosófica y sobre el
objetivo y el significado de la vida, o de la existencia más en general. Este
concepto se puede expresar a través de una variedad de preguntas, tales como ¿Por qué estamos aquí? o ¿Qué
es la vida?. Ha sido objeto de un gran estudio filosófico, científico, psicológico y teológico, e incluso literario a lo
largo de la historia. Esta cuestión ha recibido un gran número de respuestas
desde diferentes puntos de vista, junto con los orígenes culturales e
ideológicos de cada civilización.
El sentido de la vida está
profundamente mezclado con las concepciones filosóficas y religiosas de la existencia, la conciencia y la felicidad, y afecta a
muchas otras cuestiones tales como el significado simbólico, la ontología, el valor, el propósito, la ética, el bien y el mal, el libre albedrío, las concepciones de Dios, la existencia de Dios, el alma y el más allá. También desde el Humanismo y la literatura son
amplias las aportaciones y reflexiones sobre el sentido de la vida.
Aunque normalmente los autores (filósofos, poetas,
teólogos, etc.) a lo largo de la historia se han centrado en formular preguntas
de difícil respuesta, pocas veces estas reflexiones han dado fruto en forma de
respuesta realmente satisfactoria. En algunos casos han logrado respuestas
parcialmente satisfactorias (por ejemplo, autores cristianos para sus
correligionarios), pero raramente son respuestas aptas para otros públicos.
Platón fue uno de los primeros y más influyentes filósofos,
especialmente por idealismo, que creería en un sentido común de la vida. En su Teoría de las Formas, lo
común no existe físicamente, como los objetos, sino como formas celestiales.
Para el Platonismo, el sentido de la
vida se halla en la consecución de una forma superior de conocimiento, la cuál
es la idea (forma) del bien, de la cuál todo lo bueno y lo justo obtiene
utilidad y valor.
Aristóteles, aprendiz de Platón, fue otro filósofo temprano e
influyente, el cuál argumentaba que el conocimiento ético no es conocimiento
certero (como la metafísica y la epistemología), sino que es un conocimiento general. Dado que no es una
disciplina teórica, una persona ha de estudiar y ponerlo en práctica para ser
bueno, y entonces la persona pasaría a ser virtuosa; afirmaba que no era
meramente el estudio de lo que la virtud es, sino que habría de ser virtuoso
mediante actividades virtuosas. Para este fin, Aristóteles estableció lo que
para él era virtuoso:
Todas las artes,
todas las indagaciones metódicas del espíritu, lo mismo que todos nuestros
actos y todas nuestras determinaciones morales, tienen al parecer siempre por
mira algún bien que deseamos conseguir; y por esta razón ha sido exactamente
definido el bien, cuando se ha dicho, que es el objeto de todas nuestras
aspiraciones.
el
sentido del dolor , el sufrimiento y el dolor HUMANO: IGNACIO T. LUCERO
La preocupación por el dolor es de gran
importancia, por cuanto hoy han disminuido los niveles de tolerancia álgida.
Existe mucho miedo al dolor y al sufrimiento. Esto procede de dos raíces
principales: por un lado el hedonismo y por otro, los beneficios aportados por
la técnica; gracias a los progresos de la anestesia y de la analgesia, el
hombre está menos familiarizado con el dolor que sus antecesores, por eso le
teme mucho más. Surge la algofobia
que constituye
una verdadera plaga social. Nuestra cultura pretende abaratar el mal y el
sufrimiento. Dice Polaino: “estamos en una cultura en la que el sufrir tiene
mala prensa. El dolor es hoy un dis-valor” no
tenemos motivos para soportarlo, sino medios técnicos para combatirlo. Hemos caído
en una trampa peligrosa: pensar que somos capaces de erradicarlo, lo cual es
imposible. No soportamos el sufrimiento. El miedo o pánico al dolor llega a ser
patológico. Se dice que padecemos de analgofilia: aficción
desmedida al analgésico; “las virtudes han sido sustituidas por las grageas”.
La eficacia de los analgésicos nos ha ido ablandando. El sufrimiento se
considera un intruso, que quizá desmiente la bondad del Creador y hunde en la
desesperación. Se lo ve como una maldición. Se lo hace coincidir con la
absurdidad. Por otra parte, se advierte una pérdida del sentido humanizante y
trascendente del dolor, lo que urge recuperar, porque se olvida que el dolor
tiene una dimensión perfectiva y misteriosa. Huyendo del dolor padecemos
doblemente.
Según Polaino-Llorente el dolor es una
cuestión que interpela a cada persona, El sufrimiento resulta inevitable. Ningún
hombre puede zafarse de la experiencia del sufrimiento. De una u otra forma,
todos acabamos por ser hombres dolientes. Pero
decía el maestro Eckhart que: “la cabalgadura que con más rapidez conduce a la
perfección es el sufrimiento”
PERSPECTIVA PSICOFÍSICA DEL DOLOR
Sobre
este tema la ciencia ha hecho aportes importantes. Aquí solo señalaremos unas
pocas consideraciones. El dolo biológico y físico, se manifiesta como reacción
a un estímulo sensitivo perjudicial. “El dolor es un daño sentido”. Toda experiencia dolorosa deja un
recuerdo importante, no en cuanto dolor propiamente dicho, sino en tanto que
experiencia dolorosa. Esa
huella no puede interpretarse como algo innato, sino adquirida; y en tanto que
adquirida, puede condicionar determinados tipos de actitudes frente a futuras
situaciones dolorosas.
NATURALEZA
DEL DOLOR
El dolor
es un acto de la subjetividad, un sentimiento. Santo Tomás señala diesisiete
instancias afectivas. Dice: “los
hombres son víctimas de muchas deficiencias” porque su fuerza y energía vital
son limitadas, todo movimiento vital consume una parte de ellas. San Agustín lo define como un
sentimiento que resiste a la división. En primer nivel el dolor corporal
intenso, patentiza en nuestra conciencia la unidad substancial de la persona;
que se revela contra su disgregación. Por su parte, Bergson considera al dolor
como sensación local impotente. La tendencia a la huida que provoca el
estímulo doloroso está enlazada con la imposibilidad de sustraerme a la
realidad dolorosa; el dolor rompe la unidad de la persona.
En un
segundo nivel, la experiencia dolorosa es mucho más rica que la mera sensación
de dolor. Esta última es siempre dolor exterior, causado por un mal que es
contrario al cuerpo y percibido por los órganos corporales, mientras que la
quiebra y el desgarro íntimo del afligido son dolor interior, o sea
sufrimiento. En el sufrimiento o dolor interior, interviene la memoria, la
imaginación y la inteligencia.
TIPOS DE
DOLOR
Freud distingue tres fuentes principales del
dolor: 1. la
enfermedad que nos hace descubrir nuestra finitud; 2. las agresiones del mundo
exterior que nos hacen descubrir nuestra pequeñez e indefensión; 3. las
relaciones con el prójimo que nos descubre la injusticia.
Por su parte, Scheler señala cuatro estratos en la persona:
1.somático, 2.vital, 3. psíquico, 4. espiritual. De acuerdo con estas
dimensiones existen cuatro sentimientos fundamentales: sensoriales, corporales
y vitales, del Yo y de la persona. El dolor es un sentimiento del primer
estrato, sensorial, referido al yo, pero no a la persona. Esa sería la diferencia entre dolor y sufrimiento
(cuarto estrato). Y no solo por su intensidad, sino por su duración. El sufrimiento devora todas las perspectivas de
futuro, la indeterminación de un horizonte sin dolor, afectando a ese estrato
espiritual y produciendo tristeza.
Santo Tomás señala que la apetencia de placer y el
anhelo de unidad o amor es causa del dolor, ya que este es un sentimiento que
resiste a la división de resistencia de la voluntad y de la sensibilidad a una
fuerza de potencia superior, la misma causa dolor, porque si tal fuerza tuviera
la potencia suficiente para transformar el impulso de resistencia volitiva o
sensitiva.
De acuerdo a los autores
señalados existen tres especies principales de dolor: dolor corporal, dolor
interior y tristeza. Estos corresponden al cuerpo, alma y espíritu.
DISTINTAS
ACTITUDES ANTE EL DOLOR
Tenemos miedo al sufrimiento
y ese mismo miedo es sufrimiento. El temor ante el dolor físico es, con
frecuencia, peor que el propio dolor; el miedo ante el sufrimiento es miedo del
miedo. El temor ante la muerte no es miedo a estar muerto, sino miedo ante la
situación en la que tengo miedo.
Es importante distinguir
dolor de sufrimiento. Sufrir es un fenómeno complejo. El dolor físico, el
malestar, la sensación de desagrado, no son desde el principio idéntico al sufrimiento.
El sufrimiento no se identifica, sin más, con el dolor físico. Ni con
cualquier tipo de malestar. Muchas
veces, el temor al dolor hace sufrir mucho más que el propio dolor. El
sufrimiento, no es un dolo físico o moral, sino un dolor que condena a la
pasividad, donde no se puede hacer nada. En el fondo es una situación de
impotencia que pide serenidad de aceptación de lo que no se puede cambiar.
Hablar del tema sin haber padecido sufrimiento alguno, es lo más parecido a un
ciego de nacimiento hablando de los colores.
La sociedad moderna silencia la pregunta sobre el sufrimiento,
la suprime. Concentra sus esfuerzos en la evitación y en la disminución del
sufrimiento, de manera directa o indirectamente. Existe una actitud que
incapacita para soportar el padecer y aumenta con ello el sufrimiento. No se
enseña a sufrir, como tampoco se enseña a morir.
INTERPRETACIONES
DEL DOLOR
Son muchas las interpretaciones que se han dado del dolor y del
sufrimiento. Recordemos sólo algunas:
a) El budismo considera que para anular el
sufrimiento tengo que anular la voluntad. A través de la praxis meditativa debe
desaparecer el Yo; de este modo, se desvanece el sufrimiento. Se trata de evitar el
sufrimiento y no de plantear la pregunta sobre el sentido, porque el
sufrimiento es en sí mismo lo sinsentido.
b) Schopenhauer tiene una interpretación pesimista: “Toda vida es dolor” Considera la apetencia al placer como
carentes de satisfacción. El placer y la felicidad son vistos como ausencia del
dolor. La felicidad existe
cuando impedimos el deseo, evitamos enfrentamientos.
c) Nietzsche encarna la interpretación heroica. Dice que el dolor no tiene la
última palabra: “el placer es más profundo aún que el sufrimiento”.
También señala que la
causa del dolor es la subjetividad sin correlación real. Pero proclama la
superioridad energética de la subjetividad sobre las fuerzas cósmicas
d) La interpretación
dialéctica considera
que el dolor es un mal y que se debe evitar a toda costa pero a su vez es un
mal que resulta necesario para el incremento y la constitución del bien y por
ello es en último término un bien.
SENTIDO
HUMANO DEL SUFRIMIENTO
Lo primero que se necesita para saber
qué hacer con el dolor es aceptarlo, como algo que esta ahí, y que tenemos que
encarar: es el momento dramático de nuestra existencia. Señala Lewis: “la
primera y más humilde operación del dolor destroza la ilusión de que todo
marcha bien”. Nos pone en situación dramática y eso requiere un
modo de expresión. Sin embargo:”el que se sobrepone a su dolor, sube más alto”
(Holderlin). Quien acepta esa
situación convierte el hecho doloroso en una tarea: la de reorganizar la propia
vida contando con esa dramática verdad que se ha hecho presente. Así, “La
enfermedad me es dada como una tarea; me encuentro con la responsabilidad de lo
que voy a hacer con ella”.
Yepes dice: “el dolor realiza en
nosotros una catarsis, una purificación, no solo corporal, sino espiritual; nos
hace menos dependiente de nuestro capricho”. El dolor eleva al hombre por encima de sí mismo porque ayuda, le enseña
a distanciarse de sus deseos.
Afirma Lewis: ”el efecto redentor del sufrimiento
reside básicamente en su propensión a reducir la voluntad insumisa.” El hombre doliente se ennoblece si ha aprendido a ser
fuerte para sobrellevar su dolor. Después de los dos momentos anteriores, se
puede descubrir el verdadero sentido del dolor: “yo sólo puedo afrontar el
sufrimiento, sufrir con sentido, si sufro por un algo o un alguien”.
La existencia del sufrimiento
es un reto a la fe y a la razón. Produce daños; pero podremos hacer algo
positivo si se consigue darle sentido a ese mal que se presenta muchas veces
como un atentado a la existencia de Dios.
Polaino
señala que el hombres doliente tiene que plantearse si va a ser feliz o no a
pesar de sus sufrimientos. Lo
primero que tiene que hacer es aceptarse a sí mismo tal como es con los
sufrimientos y limitaciones.
El que ha estado en contacto con el sufrimiento, puede señalar
que la persona que sufre, no pide tanto explicaciones racionales, como una
actitud empátíca. Lo mismo puede suceder con las consideraciones teológicas, se
queja porque no se encuentra sentido. Se
necesita darle sentido porque esa situación forma parte de la vida. Sólo el
sufrimiento con sentido da paz espiritual.
Ante la
desgracia siempre sobran las palabras, que nunca podrán compensar la pérdida
sufrida. Todo sufrimiento verdadero se experimenta como ruptura. El
homo dolientedice: tengo el alma destrozada y otras cosas por el
estilo.
LOS
LÍMITES DEL SENTIDO HUMANO Y LA PLENITUD DE LA FE CRISTIANA
El dolor cuando queda
integrado en la vida, nos moldea, nos hace más únicos, más humanos. Lo único que
consigue no romper a la persona es que sea capaz de amar de verdad. El amor es
un fuerte apoyo del
sentido del sufrimiento.
Algunos descalifican el sufrimiento
como si fuera una maldición. Se hace coincidir el sufrimiento con la
absurdidad. Se olvida que el dolor tiene también una dimensión perfectiva. Para
alcanzar la felicidad hay que luchar. ”Hay que buscar la perfección en las
entrañas del sufrimiento”.
No se conoce verdaderamente
al hombre hasta no saber como se comporta frente al dolor. El
mismo es el acontecimiento fundamental para el perfeccionamiento personal. Si mejora y
se perfecciona, el dolor ha contribuido a hacer a la persona más feliz. Así, el
dolor
es una ocasión de la que el hombre puede servirse para alcanzar esa perfección.
Ser feliz es elevar al
máximo de perfección todas las facultades, especialmente las espirituales; pero
hay que olvidar el mal que se está pasando. Por eso, insiste Polaino que es
posible autorrealizarse en la experiencia dolorosa, porque el dolor es la
ocasión, tanta veces mal aprovechas, para el autoperfeccionamiento personal.
MÁS ALLÁ
DEL DOLOR Y EL SUFRIMIENTO DEL HOMBRE
Según Polaino el dolor se hace misterio, es el
plus del dolor. Ya no alcanzan las explicaciones racionales y a pesar del
desarrollo tecnológico y avances de la medicina, el hombre continúa siendo homo
patines, el homo doloris de
siempre, en su constante peregrinar en busca de explicaciones que casi nunca
alcanza. Por eso, es preciso pasar de lo natural a lo sobrenatural; se necesita
la luz de la fe para ese misterio.
La
pregunta acerca del sentido del dolor y el sufrimiento va más allá del dolor y
el sufrimiento. El misterio del dolor humano encamina al misterio del amor
divino:”Sin el sufrimiento de Cristo es locura tratar de entender el sufrimiento
del hombre”. El amor
de Dios al hombre probado en el sufrimiento ilumína el sentido del su dolor que
se muda en amor de Dios y amor a Dios. El amor limpia y trasciende el dolor. El sufrimiento abre la vida a
un sentido más pleno y la hace más digna. Cristo curó a los enfermos y alivió
al hombre en su dolor. Con eso demostró que es bueno combatir el dolor. Pero
son su vida y su sufrimiento enseñó a divinizar el dolor. Tanto se acercó al
sufrimiento que Él mismo se hizo sufrimiento. A
partir de aquí, el sufrimiento será redimensionado de una forma nueva: el dolor
será vinculado al amor. Sufrir no será en adelante, sino amar. El hombre se
realiza en tanto que sufre y su sufrimiento se asocia a la cruz. El sufrimiento
se transforma en fortaleza salvífica y su miseria en potencia redentora.
Cuesta entender el sufrimiento en la medida en que no sabemos
quién es Dios y quienes somos nosotros y los demás y cómo tratarlos. El
problema está en nosotros, en nuestra superficialidad. Cuando se sufre con humildad, se puede ir
adquiriendo esa sabiduría que advierte lo eterno, porque el sufrimiento es
anuncio de lo que está por llegar, aviso de que hay algo que permanece para
siempre y, que lo que importa es el amor que se posee.
El mayor milagro de Lourdes es la serenidad de los que abandonan
el lugar sin ser curados. Si Dios puede curarme, debe tener un motivo para no hacerlo. Tal
vez no entienda, pero debo aceptar su voluntad. Seguramente que me tiene
reservado algo bueno.
El sentido del sufrimiento es una paradoja. Sólo bajo el
presupuesto de que Dios existe y el pecado, puede el sufrimiento cumplir su
función. El sentido del sufrimiento es ayudar al que padece a refugiarse en
Dios. Señala Juan
Pablo II que el
dolor no es un castigo inmerecido, sino un inmerecido tesoro. La unión con el
sufrimiento de Cristo constituye el culmen de vuestra actitud de fe.
EL VALOR
SALVÍFICO DEL DOLOR HUMANO
Escuchemos finalmente a Bruno
Forte: en la muerte y resurrección del Hijo, se revela el doble
“éxodo” como única posibilidad de dar valor salvífico al dolor humano: la
salida de Dios de sí mismo hasta el abajamiento supremo de la Cruz y Su
retorno. El “éxodo de Dios” del Hijo venido en la carne culmina en el
acontecimiento de Su muerte, como lugar del extremo advenimiento del Eterno en
la forma de la limitación humana: pero el sufrimiento y la muerte en Cruz son
iluminados en su profundidad abisal por el “éxodo hacia Dios” de la
resurrección del Hijo encarnado, en que la muerte ha sido engullida por la
victoria (cf. 1Cor 15,54).
La
cuestión sobre el sentido del sufrimiento es específicamente bíblica. Presupone
la fe en una ilimitada totalidad de sentido, la fe en que el universo en su
conjunto descansa dentro de un contexto de sentido. Sólo desde ahí tiene
sentido preguntar sobre el sentido del sufrimiento. Tal pregunta se plantea
ante todo allí donde se cree en un Dios omnipotente y bueno, es decir, allí
donde, por tanto, es posible preguntar: «¿cómo se armoniza ese hecho con la
existencia de sufrimiento en el mundo?».
En Homero no se plantea la pregunta sobre el
sentido del sufrimiento. Los héroes homéricos viven todos dentro de una cierta
tristeza. Saben que estarán sobre la tierra sólo un corto tiempo, y que luego
deben bajar al Hades, donde les aguarda un oscuro destino.
Sólo donde
se acepta y se cree en un sentido universal, como sucede en la religión
bíblica, llega a ser planteada como tal la pregunta sobre el sufrimiento.
Aparece como pregunta sobre la justificación de Dios (es decir, como
justificación del obrar de Dios), pero no entendida en el sentido de que si
Dios quisiera podría evitar cualquier sufrimiento (es decir, no poniendo en
Dios la causa del sufrimiento). Hay muchos que piensan que Dios podría haber
hecho también una tierra de jauja (Schlaraffenland). Pero la pregunta entonces
es si ése sería un mundo más deseable. Podemos fácilmente explicarnos que el
obrar humano supone una naturaleza independiente del hombre. Para poder obrar
debemos contar con una tal fiable naturaleza.
El Nuevo
Testamento, en la Pasión de Cristo, nos sitúa de manera extrema ante la
dolorosa experiencia de la falta de sentido: «Dios mío, ¿por qué me has
abandonado?» También esto, en efecto, es un rol dentro de un drama. Jesús reza
un versículo de un salmo, y representa el papel del siervo sufriente de Dios
del Antiguo Testamento. Pero el papel debe ser representado comprometiendo la
entera existencia, y eso significa que quien lo representa debe perder de vista
el conjunto del guión. El sentido del papel es la experiencia de la falta de
sentido. No cabe ver en esa historia de la Pasión ningún vestigio del heroísmo
estoico. La Pasión de Jesús está descrita expresamente como algo que se hace
contra su voluntad. A ella pertenece el ruego que dice: «haz que este cáliz
pase de mí».
Si nos preguntamos
por el sentido cristiano del sufrimiento, debemos considerar cómo es
interpretada la Pasión de Jesús en el Nuevo Testamento. Hay en él dos pasajes
centrales que ofrecen esa interpretación, uno del apóstol Pablo, quien afirma
que Jesús se hizo «obediente hasta la muerte», y otro de la Epistola a los
Hebreos, en el que de manera aún más fuerte se dice que «aprendió a obedecer a
través del sufrimiento».
SUFRIMIENTO Y DESOBEDIENCIA
El Nuevo Testamento describe esta situación
como desobediencia, como el estado en el que cada cual busca convertirse en el
punto central del mundo. El sufrimiento vuelve a situar el punto de vista en su
perspectiva universal: descubro repentinamente la situación en la que todo nos
encontramos, y me aparto de la desobediencia. Pues la desobediencia es no
escuchar, no oír el sentido del todo. Sólo puede representar bien su papel
quien presta atención a las órdenes del director y escucha el papel de los otros.
La interpretación cristiana del sufrimiento
dice, según creo, que lo hombres viven en un contexto general de culpa que se
caracteriza por que cada uno se ve a sí mismo como el punto central (el
ombligo) del mundo. Ese contexto de culpa sólo puede ser eliminado si es
experimentado como sufrimiento. Mientras el malo encuentre aceptable y
perfectamente en orden vivir a costa de los demás, ¿para qué cambiar la
situación? El que sufre se ve obligado a experimentar la falsedad de la
situación. Esto se ha puesto de relieve constantemente en la tradición
cristiana. Todos los grandes santos y doctores de la Iglesia han entendido el
sufrimiento como el irremediable reverso de la arbitrariedad
EL CONSUELO DEL SENTIDO
Cuando
se habla del sentido del sufrimiento, no se puede pretender obtener una
respuesta transparente acerca de nuestro sufrimiento. Si alcanzáramos tal tipo
de respuesta, no sería ya el nuestro verdadero sufrimiento. En el sufrimiento
hay siempre un momento de comprensión. Su sentido aparece sólo puntualmente,
como «una luz que alumbra mi sufrimiento».
¿TODOS LOS QUE SUFREN ENTIENDEN EL
SENTIDO?
¿Qué sucede con el dolor al que no le podemos
encontrar un sentido?, ¿qué sucede con el dolor de los animales, con el dolor
de los niños pequeños? Nos situamos aquí ante una oscuridad que no podemos
penetrar. No sabemos qué es el dolor para un ser que no entiende el sentido
(incapaz de preguntarse por el sentido), un ser que tampoco experimenta el sin
sentido porque se mueve en una perspectiva no trascendente. Para un ser así sólo es puntualmente real el dolor
actual. Qué sea el dolor para él no es comprensible para nosotros ni positiva
ni negativamente. Sabemos que experimenta el dolor. Lo vemos. Pero no podríamos
decir que sufre, porque el sufrimiento es un fenómeno complejo al que le
pertenece la experiencia de la falta de sentido, la cual sólo tienen los seres
capaces de entender el sentido.
A esto se añade que el dolor no es algo
acumulativo a muchos individuos. El dolor es siempre «mi dolor», y el dolor de
miles de hombres no es ni peor ni mejor que el dolor de uno sólo, no es sino el
dolor de miles de individuos singulares. El dolor de un solo hombre plantea el
mismo problema que el dolor de miles de hombres. Auschwitz no plantea ningún
problema de Teodicea que no estuviera ya planteado desde Caín y Abel. Todo esto
no son sino prólogos a los que no sigue ningún epílogo, porque estamos ante una
situación que no sabemos interpretar. La Sagrada Escritura nos dice que el sufrimiento de la
criatura tiene su último fundamento en la desobediencia del «príncipe de este
mundo», y que será también objeto de una redención.
El
sufrimiento sólo es suprimido cuando el sufrimiento de cualquier hombre se
transforme en alegría. De eso se habla en el Apocalipsis, al final del Nuevo
Testamento: «¡Mira, ésta es la morada de Dios con los hombres! Él habitará con
ellos y ellos serán su pueblo, y el Dios con ellos será su Dios. Enjugará toda
lágrima de sus ojos y ya no habrá muerte, ni llanto, ni gritos, ni fatigas,
porque lo anterior ha pasado (...) Mira, hago nuevas todas las cosas.»
EL
SENTIDO Y SIGNIFICADO DE LA EXISTENCIA HUMANA Y EL ESCÁNDALO DEL SUFRIMIENTO.
CRITICA.
La existencia humana encierra
algo más, algo que no podemos ver ni tocar.
Lo que diferencia al ser
humano del resto de las especies es la capacidad de elegir y la conciencia de
sí. Siempre está sujeto a decidir entre una u otra cosa. Esa es su libertad y
como ente individual inserto en una sociedad debe asumir la responsabilidad de
sus actos. La manera en que el hombre se rige moralmente, su patrón de
conducta, es lo que llamamos ética.
El hombre y la sociedad han
evolucionado gracias a su propia curiosidad, con la adquisición de experiencia,
de conocimiento.
Pero el hombre en su libertad
ante la sociedad se ve en la necesidad de seguir una ética moral, en la cual ayudara
a establecer una sociedad equitativa basándose de un comportamiento que ayude a
su entorno. Aunque el hombre está en la potestad de escoger si quiere o no
quiere realizar aquello propuesto por principios universales, su moral siempre
lo llevara a pensar en el bien común de la sociedad.
Hoy en día la ciencia y la
existencia humana se han vinculado para crear lo que en tiempo atrás se creía
imposible. Gracias al conocimiento del ser humano practicado con la ciencia, se
ha llegado a tener grandes avances tanto en la salud de las personas hasta el
punto de salvar vidas, como en el conocimiento de avances tecnológicos para la
humanidad. Aunque el hombre en el caminar por el conocimiento y descubrimiento
de nuevos avances se puede encontrar con el error. Ningún conocimiento es
definitivo, porque no se ha comprobado la existencia de verdades absolutas.
Todo lo que proviene de lo humano puede tener imprecisiones. El ser humano en
su afán de adquirir más conocimiento se puede ver sometido a caer en el error,
o crear ambiciones que lo perjudicaran a él, y nunca podrá llenar esos vacíos.
Aunque la ciencia en algunas
ocasiones es considerada como salvadora de la humanidad, puede de igual manera
ser su condena.
De ahí que el hombre en el
momento de adquirir conocimientos, debe estar guiado por principios éticos que
lo ayudaran a elegir el bien común para la humanidad.
¿Tiene la humanidad un lugar
especial en el universo? ¿Cuál es el significado de nuestras vidas? Son estos dos interrogantes los que generan
dilemas morales y científicos en nuestra existencia humana, puesto que la
ciencia ha llegado a manipular la vida hasta el punto de dudar de una
existencia natural generada desde un punto de vista religioso por una deidad.
El ser humano en su afán de
mejorar la existencia humana ha llegado al punto de manipular la genética del
ser humano para crear seres perfectos. Es de esta manera el punto de partida a
lo que atenta contra la vida humana, puesto que se presenta la manipulación de
la selección natural. Pero en su afán de que la existencia humana tenga más
efectividad pone ha descubierto su moral vana y muestra un interés económico
más allá de la ciencia.
El sentido de la vida a lo
largo de la historia se ha convertido en una cuestión filosófica, puesto que la
filosofía ha tratado de dar una idea general de su significado. Pero esta como
ciencia no ha sido la única, puesto que la psicología, la teología, e incluso
la literatura se han acercado a esta idea y han tratado de responder a preguntas tales como ¿por qué estamos aquí?
¿Qué es la vida? Etc.
En sí, el cuestionamiento de
la idea de cómo se puede percibir la vida ha sido más que todo abordado por la
filosofía desde la metafísica y epistemología, y la teología, desde como descubrir
la presencia de Dios en su obra creada y el sentido que este le ha dado ante
las demás criaturas.
Para el Platonismo, el sentido
de la vida se halla en la consecución de una forma superior de conocimiento, la
cuál es la idea (forma) del bien, de la cuál todo lo bueno y lo justo obtiene
utilidad y valor.
Para Aristóteles, el sentido
de la vida se halla en la virtud. Aunque opona que la virtud no se be estudiar,
sino seguir con acciones virtuosas, considera que es el sentido como tal de una
vida alegre en el cual siempre se busque el bien.
Otra de las particularidades
de la existencia humana es el sentido que se le da al dolor y al sufrimiento.
Hoy en la actualidad existe mucho miedo al dolor y al sufrimiento. Puesto que
gracias a los avances científicos el dolor es controlado por medio de la
anestesia y la analgesia.
Pero comúnmente el ser humano
familiariza estas sensaciones como algo negativo del cual no quisiera vivir
jamás, pero es la naturaleza la que presenta esta opción para un sentido más a
la vida de que no todo siempre es felicidad o bien propio.
Son muchas las
interpretaciones que se le han dado al dolor y sufrimiento, entre estas
encontramos: Schopenhauer tiene una interpretación pesimista: “Toda vida es
dolor” Considera la apetencia al placer como carentes de satisfacción. El
placer y la felicidad son vistos como ausencia del dolor. La felicidad existe
cuando impedimos el deseo, evitamos enfrentamientos.
Nietzsche encarna la
interpretación heroica. Dice que el dolor no tiene la última palabra: “el
placer es más profundo aún que el sufrimiento”.
También señala que la causa del dolor es la subjetividad sin correlación
real.
El temor al dolor es algo
confuso, puesto por medio del sufrimiento confundimos nuestros placeres y
afrontamos la vida tal y como es. Algunos consideran el dolor como una
maldición, pero el dolor tiene una función perspectiva, pues para alcanzar la
felicidad primero se debe pasar por el sufrimiento. Para ser feliz sebe
alcanzar la perfección de todas las facultades en especial las espirituales, y
olvidarnos del mal que nos está agobiando, para alcanzar la verdadera
felicidad.
El ejemplo más claro de
sufrimiento y dolor lo vemos reflejado en Jesucristo que se inmolo por nosotros
para llevar al hombre a la salvación. Pues el amor limpia y trasciende el
dolor. Señala Juan Pablo II que el dolor no es un castigo inmerecido, sino un
inmerecido tesoro. La unión con el sufrimiento de Cristo constituye el culmen
de vuestra actitud de fe.
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