9 BLOQUE. ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA. ANTROPOLOGÍA ANTIGUA.
¿Qué es la antropología filosófica?
El término antropología deriva de los griegos "antrhopos"
(hombre) y "logos" (estudio, tratado) y que etimológicamente
significa estudio o tratado del ser humano. En filosofía, la antropología remite
a las distintas teorías o interpretaciones que los filósofos han hecho del ser
humano, en consonancia con sus posiciones filosóficas. Así, hablamos de la
antropología de Platón o de Kant para remitirnos a sus distintas concepciones
del ser humano.
La antropología filosófica pone como centro de su reflexión al ser humano.
Busca comprender al hombre como un ser que vive y sabe que vive. El saber es la
dimensión propia del hombre. Él es el único ser que necesita comprenderse para
saber quién es, quién quiere ser y qué puede realizar.
El hombre percibe su vida como
una posibilidad única en la que ganarse o perderse dependen de sí mismo. Este
impulso hacia el saber brota de la conciencia de su propia finitud, es decir,
de saber que no es dueño del tiempo y, por tanto necesita diseñar su vida.
La antropología filosófica reflexiona acerca de la existencia humana, la
cual es de suyo complejo y problemática. En su libro EL PROBLEMA DEL HOMBRE,
dice GEVAERT, "La antropología filosófica no crea ni inventa los problemas
del hombre. Los encuentra, los reconoce, los asume, los examina
críticamente."
Las preguntas "¿Quién
soy?" "¿Quién quiero ser?" Son propias del modo de existir del
hombre. Por eso la antropología filosófica se pregunta por aquellos que
determina y posibilita la existencia humana, en la cual reside la dignidad
propia del hombre.
En primer lugar para esta
reflexión podemos decir que no sólo reconocemos un objeto, el hombre, sino que
sabemos que ese objeto al que buscamos conocer es un sujeto. Cuando preguntamos
qué es el hombre pedimos como respuesta un ente, una esencia acabada, un algo.
Cuando preguntamos quién es el hombre preguntamos por alguien y este alguien es
un sujeto haciéndose, una posibilidad que busca concretarse.
La representación que cada uno de nosotros tiene del hombre está
plasmada de valores y fines, que orientan nuestra acción. En su obra EL SENTIDO
DE LA FILOSOFÍA DEL HOMBRE, dice JAVIER SAN MARTÍN": La imagen del ser
humano no es una creencia que nos venga desde afuera, es el conjunto de ideas
prácticas, plasmado de valores y fines que constituyen la auto interpretación
que hace de sí mismo el ser humano".
No hay ningún hombre que exista sin tener que comprender. La necesidad
de saber no es ajena al hombre, lo constituye. La subjetividad humana es una
subjetividad que interpreta, lo cual implica una toma de posición respecto de
sí y de los otros.
De este modo los hombres vamos
dando significado a nuestras acciones, elecciones, tareas, transformando el
tiempo de nuestra vida en historia, en la vida de cada hombre se seleccionan
unos momentos y se olvidan otros, se van armando estructuras significativas
desde donde se comprende el pasado y se proyecta el futuro. La vida humana es
un acontecer que se va narrando, es historia.
La antropología filosófica es necesariamente histórica. Recoge lo que
el hombre ha dicho de sí mismo y lo interpreta desde el presente. La
antropología debe hacerse cargo de esta dimensión histórica del hombre, de la
red de significados que se van constituyendo en el tiempo.
A partir del siglo XIX y en lo
que va del nuestro asistimos a una multiplicación de las ciencias que estudian
al hombre. La consolidación de las ciencias humanas y el surgimiento de una
serie de antropologías (cultural, física, social, médica, psicológica,
religiosa) puso de manifiesto un interrogante: ¿cómo hablar del hombre en medio
de tantos discursos sobre él? ¿Cómo se articula la antropología filosófica con
las otras antropologías y con las ciencias que hablan acerca del hombre?
Antropología antigua (V a.C. – V d. C.)
ANTROPOLOGÍA EN GRECIA Y ROMA
Esta era se divide en tres ciclos el clásico que va del siclo VI al III
antes de Cristo, el Helenístico que comprende del siglo III a.C al II d.C y el
neoplatónico del siglo III al V d.C. El hombre es un animal político.
Sócrates: Para tener, lo importante es la virtud
Platón: El hombre es alma.
Los sofistas decían que todo era relativo.
Aristóteles decía que el hombre es un animal con
logos (lógica)
Los Neo-platónicos compartían que los hombres tienen
pensamientos
Los Eclécticos toman ideas de otras filosofías y las
adoptan como propias
Los Neo pitagóricos afirmaban el dualismo
Estoica: El hombre es feliz cuando controla sus
instintos o los tranquiliza.
Sínica: El hombre es feliz cuando sale de la
sociedad, cuando logra romper esa presión.
Hedonista: El Hombre se realiza a través del
placer.

SÓCRATES
Sócrates nació en Atenas el
año 470 a. c. de una familia, al parecer, de clase media. Su padre era escultor
y su madre comadrona, lo que ha dado lugar a alguna comparación entre el oficio
de su madre y la actividad filosófica de Sócrates. Los primeros años de la vida
de Sócrates coinciden, con el período de esplendor de la sofística en Atenas. El interés de la reflexión
filosófica se centraba entonces en torno al ser humano y la sociedad,
abandonando el predominio del interés por el estudio de la naturaleza.
Probablemente Sócrates se haya iniciado en la filosofía estudiando los sistemas
de Empédocles, Diógenes de Apolonia y Anaxágoras, entre otros. Pero pronto
orientó sus investigaciones hacia los temas más propios de la sofística. En el
año 399 Sócrates, que se había negado a colaborar con el régimen de los Treinta
Tiranos, se vio envuelto en un juicio en plena reinstauración de la democracia
bajo la doble acusación de "no honrar a los dioses que honra la
ciudad" y "corromper a la juventud". Al parecer dicha acusación,
formulada por Melitos, fue instigada por Anitos, uno de los dirigentes de la
democracia restaurada. Condenado a muerte por una mayoría de 60 o 65 votos, se
negó a marcharse voluntariamente al destierro o a aceptar la evasión que le
preparaban sus amigos, afirmando que tal proceder sería contrario a las leyes
de la ciudad, y a sus principios. El día fijado bebió la cicuta. Considerado
como uno de los más grandes, tanto de la filosofía occidental como de la
universal. Fue maestro de Platón, quien tuvo a Aristóteles como discípulo,
siendo estos tres los representantes fundamentales de la filosofía de la
Antigua Grecia.
Pensamiento
El rechazo del relativismo de los sofistas llevó a Sócrates a la
búsqueda de la definición universal, que pretendía alcanzar mediante un método
inductivo; probablemente la búsqueda de dicha definición universal no tenía una
intención puramente teórica, sino más bien práctica. Tenemos aquí los elementos
fundamentales del pensamiento socrático… Los sofistas habían afirmado el
relativismo gnoseológico y moral. Sócrates criticará ese relativismo,
convencido de que los ejemplos concretos encierran un elemento común respecto
al cual esos ejemplos tienen un significado. Si decimos de un acto que es
"bueno" será porque tenemos alguna noción de "lo que es"
bueno; si no tuviéramos esa noción, ni siquiera podríamos decir que es bueno
para nosotros pues, ¿cómo lo sabríamos? Lo mismo ocurre en el caso de la
virtud, de la justicia o de cualquier otro concepto moral. La búsqueda de la
definición universal se presenta, pues, como la solución del problema moral y
la superación del relativismo.
Pensamiento antropológico: El hombre es un compuesto entre
cuerpo y alma.
Sócrates dice que el alma es algo que existe dentro de nosotros, pero
que no se capta por los sentidos. Él dice que poseemos alma por lo que somos
capaces de hacer. El alma es sinónimo de alma racional, de inteligencia.
Además, el alma tiene una vertiente práctica, relacionada con lo que nos
permite decidir nuestra conducta. Ésta es la más importante para Sócrates, es
decir, la función ética o práctica. Sócrates está muy preocupado por el
problema de la felicidad humana, la felicidad no está determinada por ningún
agente externo (por la voluntad de los dioses, o por la biología, herencia...),
sino que depende de nuestras propias decisiones. Nuestras decisiones son el
resultado de nuestros conceptos, del conocimiento que tengamos del bien y del
mal, de lo justo y lo injusto... El bien y el mal son objetivos, no depende de
lo que nosotros digamos. La voluntad está sometida a la inteligencia. A ésta
manera de pensar se le llama intelectualismo socrático, es decir, identificar
el conocimiento del bien con la buena conducta, y el vicio con la mala. La felicidad consiste en la
práctica de la virtud, llevar una vida virtuosa conforme a los valores morales.
Una persona es ignorante en la medida en que no conoce los límites entre lo
bueno y lo malo. La ignorancia es la que conduce a la desgracia del ser humano.
El hombre no es esencialmente su
cuerpo, sino su alma Lo más
importante, lo que verdaderamente vale es el alma, que efectivamente tiene un
nivel respecto superior al cuerpo (semejante y más aún que la superioridad del
vegetal sobre la piedra o del animal sobre el vegetal); y realmente el alma
perdura más que el cuerpo. Sócrates es el primero que emparenta íntimamente,
que une, la idea de alma espiritual inmortal con el carácter de la
racionalidad: el filón órfico-mistérico ponía la esencia del alma en la
racionalidad, o el menos en una instintividad afectivo-emocional;
El alma es esencialmente razón el hombre no se encuentra a sí mismo
cuando abdica de la racionalidad.
PLATÓN
(Atenas, 427 - 347 a. C.)
Filósofo griego. Junto con su maestro Sócrates y su discípulo Aristóteles,
Platón es la figura central de los tres grandes pensadores en que se asienta
toda la tradición filosófica europea. Nacido en el seno de una familia aristocrática,
Platón abandonó su inicial vocación política y sus aficiones literarias por la
filosofía, atraído por Sócrates. Fue su discípulo durante veinte años y se
enfrentó abiertamente a los sofistas (Protágoras, Gorgias). No obstante, los
temas políticos ocuparon siempre un lugar central en su pensamiento, y llegó a
concebir un modelo ideal de Estado.
Antropología
Al igual que en su metafísica, la concepción platónica del hombre va a
presentar un acentuado dualismo, una escisión entre dos partes íntimas pero
irreconciliables en el ser humano: el cuerpo, que representa nuestra
materialidad, la corporeidad que nos sitúa como algo más dentro del mundo
sensible, y el alma, que es aquello que nos hace propiamente hombres; seres
distintos al resto de lo existente, intermediarios entre lo puramente material
y lo divino: lo espiritual, lo racional.
El hombre es concebido como un compuesto accidental de estas dos
substancias: psiché (alma) y soma (cuerpo).
El alma racional es preexistente al cuerpo e inmortal, y tiene como
lugar natural el mundo suprasensible de las ideas.
El cuerpo es la cárcel del
alma durante su existencia terrena, y constituye un estorbo para el alma que,
con sus pasiones, la arrastra a la extrañeza de lo material, impidiéndole su
hacer propio: la contemplación de las
ideas. El ideal de hombre en Platón es una inteligencia pura desligada de
la carnalidad. Por eso, el filósofo no ha de temer la muerte:
-La razón no tiene más que un camino a
seguir en sus indagaciones; mientras tengamos nuestro cuerpo, y nuestra alma
esté sumida en esta corrupción, jamás poseeremos el objeto de nuestros deseos;
es decir, la verdad. En
efecto, el cuerpo nos pone mil obstáculos por la necesidad en que estamos de
alimentarle, y con esto, y las enfermedades que sobrevienen, se turban nuestras
indagaciones. Por otra parte, nos llena de amores, de deseos, de temores, de
mil quimeras y de toda clase de necesidades; de manera que nada hay más cierto
que lo que se dice ordinariamente: que el cuerpo nunca nos conduce a la sabiduría.
Porque ¿de dónde nacen las guerras, las sediciones, los combates? Del cuerpo,
con todas sus pasiones.
En
efecto; todas las guerras no proceden sino del ansia de amontonar riquezas, y
nos vemos obligados a amontonarlas a causa del cuerpo, para servir como
esclavos a sus necesidades. He aquí por qué no tenemos tiempo para pensar en la
filosofía; y el mayor de nuestros males consiste en que, en el acto de tener
tiempo y ponernos a meditar, de repente interviene el cuerpo en nuestras
indagaciones, nos embaraza, nos turba y no nos deja discernir la verdad.
Está
demostrado que si queremos saber verdaderamente alguna cosa, es preciso que
abandonemos el cuerpo, y que el alma sola examine los objetos que quiere
conocer. Sólo entonces gozamos de la sabiduría, de que nos mostramos tan
celosos; es decir, después de la muerte, y no durante la vida. La razón misma
lo dicta: porque si es imposible conocer nada en su pureza mientras vivimos con
el cuerpo, es preciso que suceda una de estas dos cosas: o que no se conozca
nunca la verdad, o que se conozca después de la muerte, porque entonces el
alma, libre de esta carga, se pertenecerá a sí misma; pero mientras estemos en
esta vida no nos aproximaremos a la verdad sino en razón de nuestro alejamiento
del cuerpo, renunciando a todo comercio con él y cediendo sólo a la necesidad.
La inmortalidad del alma platónica constituyó una novedad filosófica en
su época. Una doctrina extraña a los griegos proveniente del orfismo y el
pitagorismo y que va a permitirle al filósofo establecer la posibilidad de que
los hombres conozcan lo verdaderamente real, las ideas, escapando así de lo puramente fenoménico.
El hombre puede conocer la
verdad porque no es un elemento más de la materialidad siempre fluyente, a la
deriva en el ámbito de la sensibilidad. El hombre es un ser privilegiado,
consciente del distinto lugar que ocupa dentro del cosmos; partícipe de una
inteligencia (el fuego divino prometeico) que no es de este mundo. Su
naturaleza es puramente racional, un modo de ser intermedio: ni pura
sensibilidad ni pura materialidad.
Platón estableció una división tripartita del alma:
DIVISIÓN
TRIPARTITA DEL ALMA EN PLATÓN
Partes del alma
|
Racional
(nous, lógos)
|
Irascible
(Thymós)
|
Apetitiva
(epithymía)
|
Carácter
|
Inmortal
|
Mortal
|
Mortal
|
Situación
|
Cabeza
|
Tórax
|
Estómago
|
Virtudes
|
Prudencia,
sabiduría
(Phrónesis,
sophía)
|
Fortaleza,
valor
(andreía)
|
Templanza
(Sophrosyne)
|
Clases sociales
|
Gobernantes-filósofos
|
Guardianes
|
Productores
|
A cada tipo de alma le
pertenecen unas características esenciales propias. La clasificación es, por
tanto, cualitativa.
El alma superior, propia y
exclusiva del hombre es la racional.
Ésta es inmortal y se halla ubicada en la cabeza.
Las otras dos almas, la irascible y la concupiscible (o apetitiva) son mortales y se hallan situadas
respectivamente en el tórax y en el abdomen.
El hombre es propiamente su alma
racional, no su cuerpo.
Nuestra naturaleza propia es intelectual, lo único que puede distinguirnos de
los demás animales. En tanto que cuerpo, no somos nada distinto de aquéllos.
Esta división tripartita le
permite al filósofo, por una parte, dar cuenta de ciertas tendencias e
instintos humanos y, por otra parte, jerarquizar a la sociedad en distintas clases
sociales según la naturaleza propia de cada quién, que viene determinada por el
mayor peso o predominio de un tipo de alma u otro.
La desigualdad social tiene,
según Platón, un origen natural.
ARISTÓTELES
Aristóteles (en griego
antiguo: Ἀριστοτέλης, Aristotélēs; Estagira, 384 a. C.-Calcis, 322 a. C.) Fue un polímata: filósofo, lógico y
científico de la Antigua Grecia cuyas ideas han ejercido una enorme influencia
sobre la historia intelectual de Occidente por más de dos milenios. Aristóteles escribió cerca de
200 tratados (de los cuales solo nos han llegado 31) sobre una enorme variedad
de temas, entre ellos: lógica, metafísica, filosofía de la ciencia, ética,
filosofía política, estética, retórica, física, astronomía y biología. Es
reconocido como el padre fundador de la lógica y de la biología, pues si bien
existen reflexiones y escritos previos sobre ambas materias, es en el trabajo
de Aristóteles, donde se encuentran las primeras investigaciones sistemáticas
al respecto.
Aristóteles fue discípulo de
Platón y de otros pensadores (como Eudoxo) durante los veinte años que estuvo
en la Academia de Atenas. Fue maestro de Alejandro Magno en el Reino de
Macedonia. En la última etapa de su vida fundó el Liceo en Atenas, donde enseñó
hasta un año antes de su muerte.
ANTROPOLOGÍA
Aristóteles va a aplicar su teoría
hilemórfica a la concepción del hombre, intentando recuperar la unidad que
Platón rompió al considerar nuestro ser como compuesto de dos substancias
distintas difícilmente reconciliables. Sin embargo, esto no implica
que Aristóteles prescinda por completo de una visión dualista sobre el hombre.
En el Tratado del Alma llega el filósofo a una concepción unitaria que
considera al alma como la forma del cuerpo, indisolublemente ligada a él, pero,
aun así, el dualismo, alma y cuerpo
se mantiene ya que no desaparece la concepción bipolar de los dos coelementos
que componen la unidad hombre.
Aristóteles explica el fenómeno de la vida con los mismos conceptos que
utilizó en su física y en su metafísica (forma, acto y fin) en una concepción
que se ha denominado posteriormente organicismo.
Cuando hablamos del alma humana, y del alma en el resto de los seres
vivos, nos referimos con ello a las múltiples acciones, operaciones y funciones
que realizan estos seres: sentir, nutrirse, pensar...
Estas actividades no pueden,
desde luego, realizarse sin el cuerpo, porque precisamente no son más que su
propia operatividad y funcionalidad.
Por ello, y aquí se separa de Platón, no es lícito considerar al alma
como algo separado o separable del cuerpo. El alma es al cuerpo lo que la
función es al órgano: "si el ojo
fuera un animal, la vista sería su alma"
Como consecuencia, el alma no
es un ser subsistente por sí mismo ni tampoco una substancia. Lo que es
sustancia es el hombre, que es un compuesto de alma y cuerpo:
"Todo cuerpo natural, pues,
que posee la vida, debe ser substancia, y substancia de tipo compuesto."
Por este motivo, el estudio
del alma (psiché), la psicología, tendrá que fundarse en un estudio de las
substancias naturales vivientes, es decir, en un estudio general del ser vivo:
vegetales, animales y hombres.
Todo ser vivo se caracteriza
por el hecho de que realiza por sí mismo una serie de funciones fundamentales:
se alimenta, crece y perece según su naturaleza.
El
término vida es análogo y no unívoco, esto quiere decir que dicho término posee
múltiples sentidos: "Ahora bien: la palabra vivir tiene muchos sentidos, y
decimos que una cosa vive si está presente en ella cada una de las cosas
siguientes: mente o pensamiento, sensación, movimiento o reposo en el espacio,
además del movimiento que implica la nutrición y el crecimiento o
corrupción."
HILEMORFISMO ANTROPOLÓGICO
Los seres vivos son también substancias compuestas de materia y forma
(hilemorfismo):
- El cuerpo (soma) de los seres
vivos constituye su substrato o materia.
- El alma (psiché) es la forma
(morphé) que determina a ese cuerpo a ser lo que es y a comportarse y realizar
naturalmente las funciones que le son propias.
Este hilemorfismo permite
concebir al ser viviente como un compuesto unitario, regido por un alma que no
representa sino su principio vital, el fundamento de toda su funcionalidad y
operatividad.
Por lo tanto el hilemorfismo en el terreno antropológico supone el rechazo de la inmortalidad del alma que
afirmó Platón (y los pitagóricos).
El alma no sobreviene la muerte, no es eterna ni inmortal ni se
reencarna en ningún otro ser.
El alma no puede existir sin
el cuerpo, aunque ella misma no sea un cuerpo. Al igual que no puede haber
vista sin ojo que la realice, no puede existir separadamente un alma de un
cuerpo, puesto que ésta no es más que su forma, su funcionalidad.
LAS FUNCIONES DEL ALMA
Aristóteles criticará a Platón su concepción tripartita del alma y la
fisicalización de ésta.
El alma no tiene partes, ni hay tres almas distintas. El alma es única,
ilocalizable porque no es un cuerpo ni una parte del cuerpo, sino su función.
El ser vivo, y el hombre, es un compuesto unitario, y su alma está
presente en todo el cuerpo como lo están todas las formas en todas las
substancias.
Sin embargo, sí acepta
Aristóteles una jerarquía en los
seres vivientes producida por la heterogeneidad de las funciones vitales que
realizan: no todos los seres vivos tienen las mismas capacidades, ni realizan
las mismas funciones. Hay
diferentes niveles de operatividad y funcionalidad que permiten establecer una
distinción de las funciones del alma en relación con los seres que la poseen:
1.
Función nutritiva (o vegetativa)
Es la única función que es
común a todos los seres vivos, y consiste en la alimentación y la reproducción.
Sin ellas no habría seres vivos.
2.
Función sensitiva
Abarca dentro de ella dos
funciones distintas pero relacionadas entre sí:
-
La función apetitiva: sentir (dolor, placer, etc.), desear,
apetecer, etc.
-
La función motriz: la capacidad de moverse y trasladarse en el
espacio.
3.
Función pensante
Se trata de la capacidad, sólo
humana, de entender y pensar. Es la función superior y más elevada que puede
poseer un ser vivo.
Los seres vivos están
organizados en una jerarquía que se corresponde con sus funciones anímicas:
1.
El reino vegetal posee sólo la función nutritiva.
2.
El reino animal (excepto el hombre) posee las funciones
nutritivas y sensitivas.
3.
El hombre posee las tres funciones: nutritiva, sensitiva y pensante.
Es ésta última la que le caracteriza esencialmente como hombre.
LA ESCUELA ESTOICA
El estoicismo es uno de los movimientos filosóficos que, dentro del
periodo helenístico, adquirió mayor importancia y difusión. Fundado por Zenón
de Citio en el 301 a. C., adquirió gran difusión por todo el mundo
grecorromano, gozando de especial popularidad entre las élites romanas. Su
período de preeminencia va del siglo III a. C. hasta finales del siglo II d. C.
Tras esto, dio signos de agotamiento que coincidieron con la descomposición
social del alto Imperio romano y el auge del cristianismo.
Antropología
La naturaleza del hombre es un microcosmos compuesto de cuerpo y
pneuma. El cuerpo es una mezcla de elementos suministrados por los padres. Está
compuesto de tierra y de agua. El pneuma o hálito vital es una partícula
desprendida del logos del cosmos. Es una parte del soplo vital (vaho o calor
racional) inmersa en el hombre y compuesto de aire y fuego (visión materialista
del alma). Al igual que el
cosmos tiene un logos o inteligencia (materia activa) que dirige la materia
pasiva y la determina, el ser humano tiene un pneuma que dirige su cuerpo. Este
pneuma humano corresponde a su parte racional (recordar el mito del auriga de
Platón). Al morir, este pneuma humano se integra en el todo de la
materia activa o logos del cosmos.
El hombre para los estoicos
El hombre es una parte del universo armónico y destaca de igual forma
tanto la individualidad como la necesidad de someterse a un orden universal.
El alma humana es corpórea
("un soplo ígneo y vivificante que procede de los padres, que se extiende
por todo el cuerpo y que es mortal"). Contrasta este enfoque con el de
Platón e incluso Aristóteles ya que no se contemplan divisiones sino que se
sostiene la unidad anímica destacando la unidad de las partes, habiendo un principio
racional y hegemónico del cual irradia una suerte de "tensión" hacia
todas las partes del cuerpo y se extiende hacia los cinco sentidos, la parte
reproductiva y la palabra.
No hay acuerdo respecto a la
localización física de esta concepción del alma (hegemonikón), algunos se
inclinan por ubicarla en la cabeza y otros en el corazón. En cualquier caso,
del mismo modo en que el fuego sería el principio del mundo, el alma sería la
que da origen al cuerpo modelándolo y desarrollándolo desde el estado
embrionario.
Ética.
¿Y la libertad del ser humano? ¿Tiene
ésta cabida en el mundo determinista en que creían los estoicos? Esta
pregunta marca el paso de la física, la epistemología y la antropología, a la
ética estoica. Los estoicos concedían cierto grado de libertad e iniciativa al
hombre, que estaría incluido sin embargo en los planes de la providencia. Afirmaban los estoicos que la misma existencia del mal no desmiente
sino que confirma la de la providencia, puesto que sin el mal no existiría el
bien, dado que el uno depende del otro. Y de ahí resulta fácil intuir el
principio de la moral estoica: la virtud consiste en vivir secundum naturam, es
decir, de acuerdo con la auténtica naturaleza. Entonces, lo mejor es dejarse
llevar, cooperando con el conocimiento de la realidad y sus leyes. Un
conocimiento que suponga un asentimiento libre (aceptación resignada) de las
leyes de la naturaleza.
Así se logra la perfecta serenidad y la paz
del espíritu, propia del sabio (sofos) que busca la felicidad y el bien. Por lo
tanto, la virtud es vivir conforme a la naturaleza, ajustar la conducta
particular del hombre al orden general del Mundo (logos).
El hombre sabio (sofos) se
define como aquél que no permite verse perturbado por las pasiones y los vicios
(enfermedades del alma, frutos de la ignorancia). Tampoco se debe dejar
estremecer por los sucesos exteriores: ésta es la virtud de los fuertes.
A todo esto se le llamará
apathía. La perfección, en
consecuencia, reside para los estoicos en la apathía (apatía: ausencia de
pasiones y deseos), y se plasma en un hombre que permanece inmutable,
imperturbable, impasible ante dichas pasiones y las desgracias. Una vez lograda
esta impasibilidad, el sabio puede ser en la tierra, el más feliz.
Finalmente, como ya se ha
dicho en el apartado A (Ubicación Cronológica), el estoicismo coincide
históricamente con la disolución de la "polis" griega. Por lo tanto,
se disipa en su filosofía, el concepto estrecho de patria y de ciudad, tal como
aparecía en Sócrates, Platón y Aristóteles. Por ello, la teoría política
adquiere un sentido más universal. De estos acontecimientos surge
inevitablemente un concepto de fraternidad universal, en la que se condena la
esclavitud. Todos seres humanos por ser seres racionales, son ciudadanos del
mundo por derecho propio. A esto se le llamará cosmopolitismo.
LA ESCUELA CÍNICA
Se denomina escuela cínica (del griego κύων kyon: ‘perro’, denominación
atribuida debido a su frugal modo de vivir) a la fundada en la Antigua Grecia
durante la segunda mitad del siglo IV a. C. El griego Antístenes fue su
fundador y Diógenes de Sinope uno de sus filósofos más reconocidos y representativos
de su época. Reinterpretaron la doctrina socrática considerando que la
civilización y su forma de vida era un mal y que la felicidad venía dada
siguiendo una vida simple y acorde con la naturaleza. El hombre llevaba en sí mismo ya los
elementos para ser feliz y conquistar su autonomía era de hecho el verdadero
bien. De ahí el desprecio a las riquezas y a cualquier forma de preocupación
material. El hombre con menos necesidades era el más libre y el más feliz.
Figuran en esta escuela, además de los ya citados, Crates de Tebas, discípulo
de Diógenes, su esposa Hiparquía y Menipo de Gadara.
Los cínicos fueron famosos por
sus excentricidades, de las cuales cuenta muchas Diógenes Laercio, y por la
composición de numerosas sátiras o diatribas contra la corrupción de las
costumbres y los vicios de la sociedad griega de su tiempo, practicando una
actitud muchas veces irreverente, la llamada anaideia. Ciertos aspectos de la
moral cínica influyeron en el estoicismo, pero, si bien la actitud de los
cínicos es crítica respecto a los males de la sociedad, la de los estoicos es
de acción mediante la virtus.
La doctrina de la escuela cínica y de su fundador es la antítesis
completa de la doctrina cirenaica, bien así como la vida de Antístenes es la
antítesis de la vida de Aristipo. Sócrates había enseñado y dicho muchas veces
en sus discursos, que en la virtud consiste el bien real, verdadero y único del
hombre: y, exagerando y desfigurando el sentido de esta gran verdad, Antístenes
comenzó a enseñar que la virtud es el bien supremo, el último fin del hombre,
felicidad suma y [216] única a que éste debe aspirar. Las
riquezas, los honores, el poder y los demás bienes son cosas indiferentes en el
orden moral; son despreciables, y hasta aborrecibles, por consiguiente, para el
hombre virtuoso. El placer sensual, lejos de constituir el bien, la felicidad
verdadera del hombre, como pretende Aristipo, es, en realidad, un mal {65}, y
un mal de los mayores, a causa de los vicios a que arrastra.
ANTROPOLOGÍA
La libertad y la felicidad suprema del hombre consisten en su
independencia de todas las cosas por medio de la vida virtuosa, y prueba de
ello es que si Dios es perfectamente bueno y perfectamente feliz, es en razón
de su absoluta independencia de todas las cosas. Para adquirir la
semejanza con Dios, en la cual consiste la perfección y felicidad del hombre,
según la enseñanza de Sócrates, es preciso que éste se haga independiente de
todas las cosas, como lo es la Divinidad. Con este objeto, además de mirar con indiferencia los
honores, las riquezas y demás bienes de este género, debemos menospreciar las
necesidades facticias de la sociedad, y sobreponernos a los que se llama
conveniencias sociales y exigencias de la civilización. El hombre virtuoso debe
limitarse a satisfacer de una manera sencilla y natural las escasas necesidades
que le impone la naturaleza.
Hedonismo
El hedonismo es una teoría que establece el placer como fin y
fundamento de la vida.
Las dos escuelas clásicas del hedonismo, formuladas en la Grecia
antigua, son la escuela cirenaica y los epicúreos:
Escuela cirenaica: Se plantea que los deseos personales se debían
satisfacer de inmediato sin importar los intereses de los demás. Esta teoría
fue expuesta por el grupo de los Cirenaicos. (Primero mis dientes, luego mis
parientes).
Epicúreos: Formulada por los epicúreos o hedonistas racionales, seguidores
del filósofo Epicuro de Samos, quien vivió en Grecia entre 341 y 270 a. C. La
doctrina que predicó Epicuro de Samos se ha modificado o confundido a través de
la historia, hasta el punto que algunos lo toman como un libertino mientras que
otros lo consideraron un asceta. Él consideraba que la felicidad consiste en
vivir en continuo placer, porque muchas personas contienen el placer como algo
que excita los sentidos. Epicuro consideró que no todas las formas de placer se
refieren a lo anterior, pues lo que excita los sentidos son los placeres
sexuales. Según él, existen otras formas de placer que se refieren a la
ausencia de dolor o de cualquier tipo de aflicción. También afirmó que ningún
placer es malo en sí, solo que los medios para buscarlo pueden ser el
inconveniente, el riesgo o el error.
Algunas culturas lo aceptan como parte del ser humano.
"Cuando decimos que el
placer es el bien supremo de la vida, no entendemos los placeres de los
disolutos y los placeres sensuales, como creen algunos que desconocen o no
aceptan o interpretan mal nuestra doctrina, sino el no tener dolor en el cuerpo
ni turbación en el alma." Tomado de carta a Meneceo.
Las escuelas clásicas del hedonismo
Existen escritos de Epicuro y
de sus seguidores que nos muestran sus doctrinas: entre los deseos, algunos son
naturales y necesarios y otros ni lo uno ni lo otro, solo consagrados a la
opinión vana. La disposición que tengamos hacia cada uno de estos casos
determina nuestra aptitud para ser felices o no.
Dentro de los deseos naturales y necesarios encontramos las necesidades
básicas físicas, como alimentarse, calmar la sed, abrigarse y el sentido de
seguridad.
Dentro de los deseos naturales e innecesarios están la conversación
amena, la gratificación sexual y las artes.
Dentro de los deseos innaturales e innecesarios están la fama, el poder
político, el prestigio y los generados por las empresas.
Epicuro formuló algunas recomendaciones con respecto
a estas categorías:
·
Debemos satisfacer los deseos naturales
necesarios de la forma más económica posible.
·
Podemos perseguir los deseos naturales
innecesarios hasta la satisfacción de nuestro corazón, no refiriéndose a uno
mismo, sino de tratar de llevar el egoísmo al placer de otra persona.
·
No debemos arriesgar la salud, la amistad o la
economía en la búsqueda de satisfacer un deseo innecesario, pues esto solo
conduce a un sufrimiento futuro.
·
Hay que evitar por completo los deseos
innaturales e innecesarios, pues el placer o satisfacción que producen es
efímero.
La filosofía epicúrea ganó un
gran número de adeptos. Fue una importante escuela de pensamiento que perduró
durante siete siglos después de la muerte de su creador. Hacia la Edad Media
decayó y fueron destruidos muchos de sus escritos. Sin embargo, hoy existen
remanentes de esta doctrina que han sido compilados y difundidos por el mundo.
Los epicúreos sostenían que el placer verdadero es alcanzable tan solo por
la razón. Hacían hincapié en las virtudes del dominio de sí mismo y
de la prudencia. En los siglos XVIII y XIX, los filósofos británicos Jeremy
Bentham, James Mill y John Stuart Mill hicieron la propuesta de una doctrina
universal más conocida como utilitarismo. Según esta teoría, el comportamiento
humano debe tener como criterio final el bien social. Hay que guiarse moralmente buscando todo aquello que
proporciona y favorece el bienestar de un mayor número de personas.
Por tanto, los filósofos
concluyen que:
·
Todos los seres humanos nacen con la
posibilidad de experimentar placer.
·
El placer no es bueno, ni malo, simplemente
existe.
·
Lo bueno o lo malo del placer reside en cómo se
busca y hasta dónde llega.
·
Todos los extremos son inconvenientes, el
exceso de placer se convierte en vicio.
·
El placer no es solamente la gratificación
sensual o sexual.
·
Existen placeres que a la postre traen
infelicidad, insatisfacción o contratiempos, como la popularidad o la fama.
·
El mayor placer para la especie humana debe
girar en torno al servicio a los demás.
·
Si se aprende a distinguir verdaderamente lo
que es placer, se vivirán muchos momentos de felicidad.
Las dos escuelas convergen en su repudio por la superstición y la
religión y sus bases en la conducta y el juicio mediante la experiencia y la
razón. Así anticipan las posiciones del humanismo y del iluminismo posterior. De
todas formas, difieren en lo siguiente:
La escuela cirenaica (siglos IV y III a. C.) fue fundada
por Aristipo de Cirene. Fue una de las más antiguas escuelas socráticas y
enfatizaba solo un lado de las enseñanzas de Sócrates. Con
base en la afirmación de Sócrates de que la felicidad es uno de los fines de la
acción moral, Aristipo mantenía que el placer era el bien superior. Decía que
las gratificaciones corpóreas, que consideraba intensas, eran preferibles a las
mentales. Los cirenaicos
también negaban que se pospusiera la gratificación inmediata por la ganancia a
largo plazo. En este respecto difieren de los epicúreos.
El epicureísmo: Identificaba el placer con la
tranquilidad y enfatizaba la reducción del deseo sobre la adquisición inmediata
del placer. En esta forma, el epicureísmo escapa a la objeción
precedente: mientras el placer y el bien mayor son de hecho lo mismo, Epicuro
argumentaba que el placer más alto consiste en una vida simple, moderada,
complementada con discusiones filosóficas entre amigos. Enfatizaba que no era bueno hacer algo que a uno
le haga sentir bien si después de experimentarlo denigraría las experiencias
posteriores y no le permitiría sentirse bien. Así mismo afirmaba que a
veces por tener placeres momentáneos intensos se sacrifica el bienestar
posterior. Epicuro entendía por placer la ausencia de dolor.
Opositores y sus puntos de vista
La fe católica se opone a
las formas más sensuales del hedonismo, considerando que minan los valores y
las virtudes del eudemonismo espiritual, en el cual el Cristianismo
frecuentemente ha fundado su moral. El hedonismo es considerado por muchas religiones una
actitud carente de moral pero no porque aprecie algún placer, sino porque lo
antepone a las exigencias del amor a Dios y al prójimo. Para el catolicismo, es una
actitud que corre el riesgo de caer en el egocentrismo, el cual incapacita
gravemente al sujeto para relacionarse con otros, a menos que sea para
explotarlos y satisfacer su afán de placer.
El filósofo británico G. E.
Moore dedica gran parte de su libro Principia Ethica (1903) a la refutación del
hedonismo. Entiende que considerar que el placer y solamente el placer es bueno
significa caer en lo que llamó «falacia naturalista». Al decir que «el placer y
solamente el placer es bueno», el placer se convierte en un equivalente de
«bueno». Así, la proposición «el placer es bueno» significa realmente «el
placer es el placer», tautología de ningún interés ético. Moore defendía que el
bien era indefinible, si bien podían atribuírsele ciertas características que
no obstante no delimitarían su significación por completo.
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